tag:blogger.com,1999:blog-5124402492490315432024-03-18T19:50:53.328-07:00Crónicas desde el Malecón"Mi madre me parió en Lima pero el destino me hizo chimbotano"Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-51217243572425514272012-03-01T04:01:00.010-08:002014-08-04T19:36:02.635-07:00En la distancia<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 200px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5714900761205421154" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_n5Rrwt53NbOggqdRV0jySITavLicYPL_H5XKEfilmjyzTXxOzpgM3rzoE9YN3c0VYdxSnep1jeVs2t8yObJypMXiXPHuDarC4Fuggd-ez9V5EnbKheoszQFaFZffXFJGbEjsx9DOPBEz/s320/corazon-y-flor1.JPG" /></a><br />
Si tuviera que escribir sobre mi vida<br />
tú serías mi mejor inspiración,<br />
y las fronteras serían un reto<br />
para avivar la llama de nuestro amor.<br />
<br />
Lo que opine la gente no importa.<br />
Será tu voz junto a la mía la que se oirá.<br />
Ellos no entienden que somos locos,<br />
y muchas veces nos podemos equivocar.<br />
<br />
Pero si bebes de su veneno<br />
me mataras,<br />
no habrá clemencia,<br />
y de tu memoria me has de arrojar.<br />
<br />
Más...<br />
yo confío en tu cariño,<br />
amor de lejos,<br />
y estoy seguro que la distancia<br />
nos une más.<br />
<br />
<br />
<br />
<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong> <br />
<br />
<br />
<br />
</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-53255608220330498642012-02-10T20:58:00.001-08:002014-08-04T19:37:07.638-07:00A mi familia<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 188px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5707698203155626130" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpZ4D7KNEYUvOFGR4pHRTLUtOEeOdHVb52DwKXtOwpE4A2KTKafuxBMVFj_uQxPPuo6xB8wLgBHUSCZ8MRGpyToU1U6HwCZ6h02rcUOfdp5ZpHQyUt_k9yJw5LZy9ZqFkL_4AKTBJzXe2n/s320/La+Familia.JPG" /></a><br />
Madre, gracias por darme la vida.<br />
Padre, gracias por estar siempre a mi lado.<br />
A mis hermanos por darme la fuerza<br />
para llegar hasta donde llegue.<br />
<br />
Hija, te llevo muy dentro de mi.<br />
A pesar de no verte crecer<br />
guardo hermosos recuerdos,<br />
aquellos que en la distancia junte.<br />
<br />
Mami Panchita, estas en mi alma.<br />
Mami Dorita, vives en mi corazón.<br />
Sobrinas, más que un tesoro<br />
ustedes son nuestra bendición.<br />
<br />
Amores ingratos yo tuve<br />
pero el más grato se quedó junto a mí.<br />
¿Qué más puedo pedirle a la vida?<br />
Que no sea seguir siendo feliz.<br />
<br />
Si no están acá, y yo no estoy a su lado...<br />
Qué más da<br />
Igual si estuviéramos mucho más allá<br />
siempre estaríamos juntos.<br />
<br />
Luna, lléname de sentimientos positivos.<br />
Mar, llévate mis tristezas.<br />
Sol, alúmbrame el camino de regreso.<br />
Vida, no me hagas trampa y te marches.<br />
<br />
La distancia solo existe cuando tienes ganas de sentirte lejos.<br />
La soledad nace cuando empiezas a olvidar que hay personas que te aman.<br />
Sería injusto dejar de danzar el huayno de la alegría<br />
teniendo una familia por quien daría la vida.<br />
<br />
<br />
<br />
<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-32126365273353983432012-01-28T05:08:00.000-08:002014-08-04T19:37:55.019-07:00Reflexiones al paso: La Desconfianza.<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 188px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5702670338887348482" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHtdMHdbCB3Xrw4ob2BBwWTh8s6nS7XhsOZPRlfOl7gkfkqBdiUq5hLcMS4rx2cO4P3XX9FuZH1gQgzRundhpE_1mzkGBHcCMNFMQk3_BDOSkLfs91O1lM0_sEFABv14vOzIJgj_Bturci/s320/traicion.jpg" /></a><br />
"¿Si creo al pie de la letra lo que tú dices por qué dudas al pie de la letra lo que yo diga?"... Se debe tener mucho cuidado cuando la confianza empieza a caminar por el borde del abismo llamado inseguridad porque los fantasmas que logra crear la desconfianza pueden espantar el amor. Parafraseando un proverbio español diría: "El amor termina donde la desconfianza empieza".<br />
<br />
<br />
<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-49309908681585628552012-01-18T04:52:00.000-08:002014-08-04T19:38:35.161-07:00Tus Lágrimas<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 185px; DISPLAY: block; HEIGHT: 200px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5698955040910005938" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuRLqC989pkuA9TjTG5hqE5JKQIdUTa6YmXSYjCa6AQrmHblNoRPd8myt5zwr9wjOj1bNHfXZNbfnSbOMsEk_1DqJ30qFH6rpxMuaPprIFqS3nodUb2gAPwyJIqxvXdFiuD9FoIEnEmZ8Z/s200/lagrimas.jpg" /></a><br />
<br />
<center>Si mañana<br />
la vida decidiera abandonarme<br />
antes desearía dejar mis besos<br />
en cada uno de tus pañuelos<br />
para que al secar tus lágrimas<br />
fueran mis labios los que se bebieran tu tristeza.</center><br />
<br />
<br />
<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong><br />
</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-9442025714232107952012-01-09T05:08:00.000-08:002014-08-04T19:38:56.126-07:002012: Nuevamente vuelvo a volar<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 170px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5695619650186025970" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHlrSc2zNbd6N0F7WjfQFRW2st5CaDrsNrgcW8zfm9KQEPvpomkNTkeIUeq42QggZjm3Vhyphenhyphen7YsjpJUH8xDGBwOVgBnSbhJQMtQqGia5LfxxEwwuvkQIY-52Uk_Z6roTZJRV0mLxqENR8Go/s320/Aguila+volando+sobre+el+mar+Cocholgue+1+copiar.jpg" /></a><br />
Mucha agua corrió por debajo del puente desde la última vez que me senté a ficcionar con los recuerdos. Fueron numerosos los problemas que me tocó enfrentar. Cada día bregando con las horas negras, teniendo como fin supremo alcanzar tiempos mejores. En el inmenso museo que es la vida he podido apreciar bellos cuadros, también vidas pintadas con los colores del pesimismo y la envidia. El tatuador invisible de la desesperación intentó dibujar en mi mente recuerdos con tinta echa a salivazos.<br />
<br />
El mejor plato que pude servirme, mientras me escondía buscando soluciones, fue el de la amistad de quienes nunca imaginé. Retoqué el maquillaje amical de viejos conocidos que desde algún tiempo andaban perdidos. Vi amanecer la indiferencia de "amigos" que eran enemigos persignándose y golpeándose el pecho en la liturgia dominical.<br />
<br />
Cuando la idea absurda encendió en su semáforo la luz roja para detenerme lo crucé con el pie pegado al acelerador de la razón. Mi carácter impulsivo e impaciente mudó de piel por el de la serenidad, mesura y reflexión. Corriendo tras de mí venía la depresión, nunca pudo alcanzarme porque cada día triste lo vestí de esperanza. Logré cimbrear las horas amargas con mucho buen humor.<br />
<br />
El año que se fue me dejó grandes lecciones además del convencimiento que siempre se puede ser un ganador por muy desesperante que sea nuestro escenario. Tengo en la memoria la alegría de haber pasado lo que me tocó vivir porque fue una escuela de la que pude graduarme con honores. Tal vez nunca seré un ejemplo para nadie, pero sí el reto de alguna persona que al recordarme dirá: “si él pudo por qué yo no”.<br />
<br />
El 2012 no será un año en el que vaya a plantearme nuevos objetivos, sino el de corregir mis estrategias para alcanzar los objetivos que se quedaron truncos en el camino. El difunto calendario me dejó por herencia la claridad de reconocer a los buenos amigos que se preocuparon por mi situación, aquellos que siempre llevan un halo de energía positiva.<br />
<br />
¡Gracias!... A todas aquellas personas que fielmente han continuado visitando el blog de éste chimbotano, ya que a pesar de no encontrar un texto nuevo siempre dejaron un mensaje de aliento. Igualmente llevo en mi corazón a todos los blogueros que se ofrecieron a ayudarme económicamente, pero necesitaba demostrarme que podía salir solo de la tormaneta en la que me encontraba, sin molestar a nadie.<br />
<br />
Alejado de la prosa, del verso, de este mar de letras, estuve pescando historias nuevas de gente que conocí en cada puerto donde anclé mi barca. De nuevo estaré entregándoles mis recuerdos, mis composiciones, mis crónicas, y todo ese mundo que mis neuronas suelen crear para deleite de los lectores de "Crónicas desde el malecón".<br />
<br />
Mis alas sanaron sus heridas y hoy nuevamente vuelvo volar.<br />
<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong> <br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-42621468538297916722011-04-27T08:48:00.000-07:002014-08-04T19:39:30.346-07:00Los amigos... ¿Dónde están?<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 230px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5600287611108726994" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDSoYCg8fJlScGD70Dvha-Mh1r0FNUzyYESaBvXbjR1KFZ42YINC-lJXoY3hHBOS1_IrL806eyR1z5sRrXrdcmQ7xcxCLIoMfiXuYzF6FbmbtEyCPcXc-Y1N85L878eQn6q25WppPiwDr6/s320/mascara.jpg" /></a><br />
Frente a mí está la mampara que colinda con una pequeña terraza. En su amplio vidrio veo reflejada la imagen de un tipo que no reconozco: tiene en el rostro la expresión de un hombre abatido, fatigado, preocupado; lleva el cabello crecido, varios kilos menos, el bello facial sin rasurar, y en su mirada ni un ápice de alegría. Aquél y yo, por un instante nos observamos fijamente. Quizás, extrañado se preguntará sin quitarme el ojo: ¿Cuándo cambié? Yo, después de escanearlo con la mirada me pregunto: ¿Qué pasó? Al Javier que me muestra el cristal nunca lo conocí, no es el mismo que otrora viera cada mañana en el espejo de la sala: sonriendo, bailando, rebosando de buena vibra en los minutos previos para salir rumbo al trabajo.<br />
<br />
La mala hora viene cubriendo mis días desde hace bastante tiempo pero siempre me ha encontrado de pie listo para hacerle frente. De alguna manera he sabido vencer los problemas que genera el desempleo, con dignidad, respeto y honradez. Pero el hambre va dejando de ser una hiena merodeando a su presa… ya mordió, haciéndome sentir la furia de sus fauces.<br />
<br />
Hoy es cuando más necesito de los amigos y no los veo, ¿Será que no los tengo? Quizás se ocultan a la espera que la tormenta que zarandea con furia mi estado anímico se marche para reaparecer invitándome nuevamente a brindar por algún motivo absurdo. Mi voz suena cansada de tanto llamarlos pidiéndoles ayuda. Llevo adolorida la mano de tantas puertas que he tocado, y el corazón abatido por las respuestas negativas que han golpeado a mis oídos. A veces siento que me ahogo en este mar bravío en el que se han convertido mis días.<br />
<br />
Hay momentos en los que me digo: “Que bueno es ser agnóstico porque así no puedo culpar a nadie de lo que estoy viviendo, a no ser que sea a mí mismo”. También pienso que si en verdad existiera alguien supremo sería injusto que perdiera el tiempo preocupándose por mi situación cuando en el mundo hay niños con un dolor más grande y que realmente necesitan de su misericordia. Pero lamentablemente ellos y yo estamos abandonados a nuestra suerte: ellos creyendo en él, y yo dudando de su existencia.<br />
<br />
De tanto pensar en como salir de este hoyo sin fin en el que voy cayendo me he dado cuenta que hay momentos bellos que estoy descuidando, como por ejemplo: observar el hermoso espectáculo que me obsequia la naturaleza dejando caer la lluvia durante todo el día.<br />
<br />
Replegado en mi habitación, sentado en el mueble rojo, pensaba como un estratega qué acciones tomar para ganar la batalla que voy librando. Escuchaba el crepitar de las gotas sobre la calamina de plástico que protege la lavadora en el patio, cuando el ruido de una motocicleta se oyó aproximarse a mi dirección, y luego que alguien manipulaba el buzón de las correspondencias. Me acerqué a observar por la mampara y vi que era el cartero. Al alejarse salí a revisar que me había dejado: el recibo de uno de los servicios (gas, agua, luz…) que no podré cancelar.<br />
<br />
Me disponía a ingresar a casa y fue el sonido del agua precipitándose sobre las hojas de los árboles con el olor de la tierra mojada lo que capturó mi atención después de mucho tiempo, aunque la lluvia también había nublado la mañana del día anterior. Ahí, apoyado en el marco de la puerta me estuve largamente apreciando el mágico escenario que me perdía por andar concentrado en la búsqueda de soluciones para mis problemas.<br />
<br />
Curiosamente, el mes pasado, quien menos pensaba que me brindaría esa mano amiga tan urgente se hizo presente, una persona con quien no mantenía una comunicación fluida, amistad a la que no veía desde hacía mucho tiempo. Ella no dudo en solidarizarse conmigo, no solo en palabras sino con hechos concretos, realizándome un préstamo dentro de sus posibilidades. Pero aquellos que se enjuagan la boca continuamente con mi nombre llamándome “amigo”… ¿Dónde están?<br />
<br />
Una de las tantas lecciones que me va dejando el agobiante momento que vivo es darme cuenta de la gran diferencia que existe entre un seudo amigo y un amigo de verdad. El primero suele mostrarse “atento”, diciendo que comprende tu situación pero cuando te despides éste se olvida de tu desesperación al cerrar su puerta. El amigo no solo te escucha sino que se involucra con tu problema y procura ayudarte a encontrar una solución.<br />
<br />
En estos días recordando la cantidad de extranjeros que en su momento ayudé económica o laboralmente durante mí larga permanencia en este país -muchos de los cuales ya no habitan en esta isla y otros desaparecieron sin dejar rastro- me sentí feliz porque pensé que esa era una de las misiones que la vida me tenía reservada. ¿Ahora que los necesitas dónde están?, me preguntaron. Mi respuesta fue simple: “Cuando se brinda la mano se hace sin pensar que algún día te será retribuido, se da desinteresadamente, por eso hoy me siento orgulloso de mí”.<br />
<br />
A pesar de no ver la luz al final del túnel oscuro por el que voy transitando tengo la confianza que pronto superaré este mal momento y que más temprano que tarde toda esta situación sólo será un buen recuerdo. Sí: ¡Un buen recuerdo! Porque lo que hoy me está sucediendo alimentará positivamente mi amplia maleta de experiencias.<br />
<br />
En la vida he aprendido a no evocar el pasado para sufrir sino para rescatar los buenos momentos y encontrar las soluciones para los problemas ya vividos, sin llorar ni lamentarme. Siempre he sido un ganador y esta vez no será diferente.<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es muy importante.</span></strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-9344695602974680222011-03-26T01:16:00.000-07:002014-08-04T19:39:52.932-07:00Japón: Conviviendo con el miedo<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 228px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5588308804567049650" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQflTiieIhhNpVG52GDsIASrm2Tts71cwOVeubkd8I-gLMLNtpwSYsZk2EI1a2dvu96IPkRKInLklI-3TNmg4IuaFghj7ROadLfGHRZHMRsIOGNKtP43uAXNTv75ZrE6wpU1MDXSkUvIqO/s320/frente+al+puente.JPG" /></a> <center><span style="font-size:78%;">Malecón de Kamezaki</span></center><br />
Después de aquel once de marzo nada volvió a ser igual en este archipiélago asiático. La naturaleza escribió una de las páginas más tristes en la historia del pueblo japonés. La furia marina enlutó a cientos de familias, y el terremoto de 9.0 en la escala de Richter nos dejó la sombra de una posible tragedia radiactiva, al verse afectada gravemente la central nuclear de Fukushima.<br />
<br />
El sábado que pasó, en horas de la tarde, fui al malecón de Kamezaki y me quedé observando largamente lo inofensiva que se veía la mar, quizás con la misma admiración enamorada de quienes hoy no habitan en este mundo por culpa de la bella asesina que me lleva cautivado con su magia. Jamás escuché cantos de sirenas pero sí pude oír en sus débiles olas la sinfonía de un réquiem.<br />
<br />
El hombre y la mar, frente a frente, imaginariamente intentando dialogar en armonía como tantas veces lo hicieran en Chimbote. Caminé sobre la arena hasta llegar a ella. Sumergí mis manos en la agüita salada y sentí en el frío de sus entrañas las palmas de muchas vidas tocándome los dedos. Fueron 27,200 personas –muertos y desaparecidos- que partieron involuntariamente cuando el Sakura (flor del cerezo) empezaba a florecer. Miles de vidas que ya no estarán frente al inmenso océano cumpliendo la tradición de esperar la puesta de sol el primer día de cada nuevo año.<br />
<br />
Por las calles de Miyagi, Iwate y Fukushima hoy solo transita el silencio. Ciudades costeras donde el hedor de la muerte brota desde los escombros que dejó el asesino samurai acuático. La furia de la madre naturaleza nos dejó por herencia una alarma nuclear. Shinigami (Dios de la muerte) aun sigue rondando pacientemente, esperando que se cometa algún error y así poder cobrar más víctimas. El pánico por la radioactividad mantiene en sobresalto a toda una nación que no tiene más que confiar en los "Héroes de Fukushima".<br />
<br />
Por unas horas recorrí todo el malecón observando cómo el nivel del mar había descendido aproximadamente un metro de su altura normal. A lo lejos un bulldozer realizaba obras de prevención en el litoral. Las gaviotas volaban indiferentes a la preocupación humana. De vez en vez en el piélago se alcanzaba a divisar a un patillo sumergirse en busca de peces para alimentarse. El día empezaba a agonizar, el sol morosamente iba despidiéndose. El viento frío y frágil anunciaba la pronta llegada de la noche.<br />
<br />
De regreso a casa hice un alto en el centro comercial. Tomando una cesta de plástico de la ordenada pila, vecina a la puerta automática, fui en busca de unas bolsas de pan y menuda sorpresa me llevé al ver las góndolas vacías. Presuroso me dirigí a la sección de las bebidas, guardando la esperanza de encontrar algunas botellas de agua pero el deseo se ahogó frente a un panorama desolador. Preocupado guié mis pasos al lugar de los cups ramen (sopas instantáneas), la escena volvía a repetirse: solo la nada gobernaba los aparadores. Horas antes una abultada cantidad de ciudadanos japoneses habían arrasado con todos los suministros básicos. Apenas pude comprar dos cajas de leche –cada una de un litro- y una caja de galletas.<br />
<br />
Una vez en casa encendí el televisor, los noticieros informaban el peligro latente de una posible explosión del núcleo en los reactores de la central termonuclear Fukushima Daiichi. Nervioso dejé reposar mi cuerpo en el mueble rojo de mi habitación intentando asimilar la magnitud del problema con una falsa calma pensando en la reacción de mi familia al enterarse de la fuga radioactiva. La úlcera, que dejé sin tratamiento médico por falta de dinero, me recordó de su existencia con pequeños dolores en el vientre. Empecé a elaborar respuestas convincentes para las preguntas de mis seres queridos que no tardaron en llegar através del hilo telefónico.<br />
<br />
La semana siguiente leyendo los portales de los diarios españoles, colombianos y mexicanos me enteré que sus gobiernos, al igual que Francia y Alemania, enviaban aviones para socorrer a sus compatriotas pero Perú, la república de la economía floreciente, tardaba la ayuda para sus paisanos. Días después unos japoneses me preguntaron por qué no regresaba a mi país, les respondí: "Si no tengo dinero para comer menos voy a tener para un pasaje". Sin hacer el menor comentario se retiraron dejándome solo. Si antes la plaza laboral ya estaba bastante difícil a raíz de la crisis económica mundial, con lo acontecido el 11 de marzo se puso peor, ensombreciendo la futura subsistencia de la bolsa laboral extranjera, y sumado a todo esto el comprensible temor por la contaminación radioactiva.<br />
<br />
Cada viernes, a la misma hora que el terremoto y el tsunami sembraron la muerte en esta isla, junto al pueblo japonés guardo un minuto de silencio en memoria de los ausentes.<br />
<br />
Buscando trabajo, conviviendo con el miedo y la esperanza de pronto poder marcharme continuaré escribiendo en este blog hasta el día que me cancelen la conexión a Internet. Luego procuraré hacerlo desde la casa de alguna amistad que generosamente me permita utilizar su ordenador.<br />
<br />
"Mientras tenga vida, fuerzas y esperanza las cosas pueden mejorar".<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es muy importante.</span></strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com40tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-24462539497982076032011-03-15T23:04:00.000-07:002014-08-04T19:40:51.837-07:00Terremoto y tsunami en Japón<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 221px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZvU_gsTCDA8dCz9Tjr3E2i0x4NAX4R_RA5yabkdmuWo9WqOAvfKPLo4-SG7S97wMah408fdDyReYtxD03i7MgB970YvGS0wpRm2vK4r2m7ciZNepuhKTOGgnBh0Arv0BLbiLC0_K1q03H/s320/hokusai-kanagawa.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5706588650980634226" /></a><br />
<strong>MIERCOLES 9 DE MARZO.</strong><br />
<br />
Afuera, el viento soplaba con inusual fuerza. El clima frío se había marchado para dar paso al calor de un tímido sol en la prefectura de Aichi Ken. El reloj marcaba las 12:20 PM. Cómodamente sentado en el mueble rojo de mi habitación observaba la transmisión en vivo –vía Internet- de un noticiero peruano. De pronto la guapa conductora hizo un alto a las noticias locales para lanzar un flash: "Un sismo de 7,2 grados de magnitud en la escala de Richter acaba de registrarse al noreste de Tokio, en Japón". Conecté el televisor y solo un canal de señal abierta informaba lo que acababa de acontecer. La primera alerta amarilla por un posible tsunami en la costa pacífica se encendió en la pantalla anunciando a los moradores cercanos al mar que debían de tomar las precauciones necesarias, tantas veces entrenadas en los innumerables simulacros, para estas eventualidades naturales.<br />
<br />
<strong>JUEVES 10 DE MARZO.</strong><br />
<br />
Navegaba plácidamente en el mar de mi inconciencia. Las primeras horas del nuevo día avanzaban a paso lento dejando atrás la madrugada. Mi cuerpo envuelto entre mantas, abandonado por mi alma que paseaba por aquel mundo espiritual del cual tengo tanta curiosidad, despertó sobresaltado por el ruido inoportuno del teléfono. Era la familia que empezaba a llamarme preocupada por las primeras noticias que se empezaban a difundir al otro lado del mundo. Borracho de sueño, arrastrando las palabras intenté transmitir tranquilidad: "Estoy bien... no se preocupen... a mi no me va a pasar nada porque hierva mala nunca muere aunque la orinen los perros".<br />
<br />
Pensé que el día transcurriría sin más novedad que el movimiento telúrico de la fecha anterior. Volví a mi preocupación diaria de cómo conseguir dinero para pagar el departamento y poder comprar alimentos. Por la tarde frité una pechuga de pollo fileteada en dos que acompañé con una porción de arroz y ensalada de tomate. Cuando la oscuridad empezaba a cubrir el cielo japonés fui a una entrevista de trabajo: conversé con el contratista, bromeamos, recordamos tiempos pasados en el que trabajamos juntos, ambos mostramos una alegría hipócrita por el reencuentro pero al final no me empleó. Una vez más con el ánimo derrotado regresé a casa buscando refugio en la lectura de uno de los libros del gran Gabriel García Márquez.<br />
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<strong>VIERNES 11 DE MARZO.</strong><br />
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Por la mañana me dediqué a lavar la ropa aprovechando el desacostumbrado clima primaveral, y ordené un poco la casa. Luego activé el ordenador y entré al Messenger para charlar con mi pareja que por estas fechas se encuentra trabajando fuera del país. Ese día, dentro de la variedad de temas que platicamos casualmente recordamos el trágico terremoto de Kobe. Nos despedimos amorosamente con la promesa de volver a conectarnos al día siguiente para continuar nuestros interminables diálogos –si algo disfruto bastante es conversar-. Terminado nuestro encuentro fui al cuarto de baño para llenar de agua el ofuro (tina de baño) y programé el calentador para treinta minutos. Mientras el líquido elemento tomaba punto me entretenía arreglando la habitación escuchando los éxitos pasados del cantante español Braulio.<br />
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<strong>2:30 PM.</strong><br />
Sobre la cama coloqué toda la ropa limpia que me pondría después de mi higiene corporal. Me desnudé, realicé unos segundos de calistenia, y luego entré a bañarme. El cantautor de las Islas Canarias se hacía oír desde mi cuarto mientras le hacía el coro con el cabello lleno de shampoo y el cuerpo untado de jabón. Los minutos trascurrían apaciblemente y mi voz se imponía en el vacío de aquella habitación.<br />
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<strong>2:46 PM.</strong><br />
Era la segunda vez que me lavaba la cabeza con shampoo, tenía los ojos cerrados, momentáneamente estaba inmerso en aquella oscuridad voluntaria cubierto de espuma. Por un instante, mientras el agua terminaba de enjuagarme el cabello creí sentir un pequeño mareo. Apoyé el cuerpo en la pared pensando que estaba pronto a desmayarme. Abrí los ojos y una vez más perdí el equilibrio, esta vez me sujete de la puerta. Por una fracción de segundos me desconcerté, luego instintivamente observé el agua depositada en el ofuro y vi oscilarse como la mar cuando esta brava. "¡Mierda... temblor!", me dije. Abrí la puerta pensando en salir pero al ver la lámpara, que cuelga en el techo de la recamara contigua, balancearse como un péndulo desistí de la idea. "Puta madre, ya me jodi", expresé a la vez que decidía no moverme de donde estaba hasta que todo pasara. "Si no me mata el temblor, me mata una pulmonía si salgo así desnudo", reflexioné y al cabo de unos minutos continué bañándome.<br />
<br />
<strong>3:05 PM.</strong><br />
Rápidamente entré desnudo a mi cuarto, encendí el televisor y lo que vi me dejó pasmado, frío y con un gran nudo en la garganta. Todas las televisoras transmitían en vivo las imágenes dantescas del tsunami que avanzaba arrastrando años de trabajo, ilusiones, y lo más importante vidas humanas. Ese mar del que vivo enamorado, que me lleva tragado con su mágica belleza estaba convertido en una indomable fiera que cobraba venganza por la irresponsabilidad del hombre que se empecina en dañar el ecosistema.<br />
<br />
Las casas eran arrastradas como si fueran de cartón, los barcos parecían juguetes infantiles y los autos dados arrojados sobre el líquido manto de la muerte. En mi retina quedó grabada la desesperación de una veintena de automovilistas que en su intento por huir generaron una tremenda congestión vehicular, trampa que los inmovilizó para terminar siendo devorados por las impresionantes olas de diez metros de altura.<br />
<br />
Japón acababa de ser sacudido por un terremoto de magnitud 9.0 grados Richter, el mayor desde 1,923. El epicentro del terremoto se ubicó en el mar, frente a la costa de Honshu, 130 Km. al este de Sendai, en la prefectura de Miyagi. Las cifras oficiales de muertos, en su gran mayoría por el tsunami, ascienden hasta la fecha a 3,771. El número total de desaparecidos totaliza hasta el momento 8.181.<br />
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Como consecuencia del embate natural se ha tenido que declarar en emergencia nuclear a todo el país debido al accidente en una central nuclear en la prefectura de Fukushima (al norte de la isla).<br />
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La isla continúa temblando, los rescatistas prosiguen con la búsqueda de sobrevivientes, pero en el corazón de todos quienes salimos ilesos de este trágico momento quedó inmortalizada una lección que el mundo debe aprender: la cultura de la prevención.<br />
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La Agencia Metereólogica de Japón acaba de alertar a la población sobre un 70% de posibilidades que en las próximas 72 horas se registre un gran sismo en la tierra del sol naciente que día a día agoniza un poco más.<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong> </div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com28tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-35217841625950678182011-03-07T08:36:00.000-08:002014-08-04T19:41:17.722-07:00Historia de un mismo amor<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 200px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5581371875488444130" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMvKNz0nRXSpH-_g4A8ELlkNCtoxupe1zJjGMTK5j_Sj6fgCFe3krm_JtviWsTTc6hEyxmdJrw7NJXzhqm3pVxzVk8Qe8MBGmU4x-KiJ2bTt_js0b6mKMSXXE_JxP_2JyJfcfzeJ8hvsVA/s320/Rosa+Blanca.jpg" /></a><br />
<center>Será de mañana cuando me vaya.<br />
Mi alma volara por sobre el mar.<br />
Lloraras mi ausencia.<br />
Sonreirás agradecida por el pasado cuando me recuerdes.<br />
Observaras la luna dibujando en ella mi rostro.<br />
Volveré de donde esté para acostarme a un ladito de tu corazón.<br />
<br />
Tus labios besaran otros labios.<br />
Tus manos acariciaran otro cuerpo.<br />
Mi imagen será cada día más lejana de tú memoria.<br />
En la repisa, mi foto ya no estará junto a la tuya.<br />
Una nueva canción reemplazará a la que fue nuestra.<br />
Te arreglaras apuradita para asistir a una nueva cita.<br />
<br />
Otro techo cobijara tú alegría.<br />
En la mesa otro rostro corresponderá tú sonrisa.<br />
Serán pajarillos divirtiéndose en primavera.<br />
Tú vientre dará espacio a una vida nueva.<br />
El día especial llegará, al nacer volverán a jurarse amor eterno.<br />
Los años se irán como un soplo.<br />
<br />
El tiempo blanqueara tú cabello.<br />
Mi nombre será el imperceptible tañido de un lejano campanario.<br />
Mis cenizas navegaran en el mar.<br />
Tú cuerpo descansará en algún campo santo.<br />
Ellos llorarán tú partida repitiendo:<br />
"Nacimos para morir y moriremos para volver a estar juntos".<br />
<br />
Ellos y yo tendremos en común haberte amado por igual.<br />
Ellos tendrán la esperanza de volverte a reencontrar en la otra vida.<br />
Ellos conservaran tú foto en un lugar especial dentro de casa.<br />
Yo te veré llegar a mi mundo.<br />
Yo te veré esperar la llegada de ellos.<br />
Yo seré feliz observándote, aferrado a mis recuerdos.<br />
<br />
Ellos, tú y yo seremos parte en la historia de un mismo amor.</center><br />
<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinión es importante.</span></strong> </div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-49448137233271818992011-02-25T03:26:00.000-08:002014-08-04T19:42:09.235-07:00El mayor de los halagos<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 140px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5577616485458129826" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0X6t9IzTAhP6QWvAErH3RtO2t3bHOMKYc6B-r0vHAs2Qn-HvqWBIuI_YOWqkU0_FghOWSNjR-l_cVeX9HMaa3d4n84ioMFd6Ja9G-6L66Dr8IDd-aITKCYVuwmNdKyKWVT-DpKC6aCOSK/s320/papel_y_lapiz-400x225.jpg" /></a><br />
Al llegar a Chimbote lo primero que mis padres hicieron fue buscar un buen colegio para que sus hijos tuvieran la mejor educación de la ciudad. A mi hermano menor y a mí nos tocó formarnos en un colegio solo para varones, dirigido por sacerdotes de una congregación italiana. A mi hermana la ubicaron en un centro educativo administrado por religiosas, exclusivo para mujeres. Hoy, los tres hermanos estamos felices y agradecidos con nuestros padres por el gran acierto de elegir la escuela que nos albergó en sus aulas por muchos años, orgullosos de ser sus exalumnos.<br />
<br />
Fue en esta etapa de colegial que sucedió algo que nunca olvidé porque se convirtió en uno de los recuerdos infantiles más importante de mi vida.<br />
<br />
Por las mañanas, los alumnos llegaban al colegio puntual a la hora de ingreso. A diario se escuchaba por los parlantes la voz de mando del regente –un ex policía- exigiendo a la formación: orden y disciplina en el patio principal. Terminada la ceremonia matinal el alumnado ingresaba a sus aulas, todos excepto yo que como cada día salía temprano de casa pero llegaba tarde –siempre encontraba un motivo para entretenerme en el camino-. A los "tardones" nos tocaba esperar en la calle hasta que volvieran a abrir la puerta para poder ingresar. Entregábamos nuestra libreta de control y nos anotaban el numero dos que significaba tardanza, la idea era que cuando nuestros padres lo vieran nos aplicaran un castigo ejemplar, algo que mi viejita linda cumplía con estricta obediencia. Una vez que nos apuntaban el número fatal con bolígrafo rojo el regente nos estampaba un golpe con la regla de metal que nunca olvidaba, su zona preferida era la espalda o las piernas. Con el tiempo a este buen hombre, que solo cumplía su trabajo, le cogimos un gran cariño porque pasado ese momento era un gran amigo.<br />
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Fue en una de esas mañanas que a toda prisa subí al salón –era la primera aula en el segundo piso-, toqué la puerta con cierto temor. La figura de un joven de baja estatura apareció en la entrada, nos saludamos, y éste con el rostro adusto me invitó a pasar. Mientras ubicaba mi carpeta los compañeros de clase bromeaban a mi paso. Era el profesor de literatura quien en ese momento dictaba su clase. La mayoría prestaba atención a las explicaciones del educador pero un grupo, más relajado, nos entreteníamos en otras cosas. Minutos antes de finalizar su hora, el "profe" nos dejó como tarea escribir un cuento para la siguiente fecha: tema libre.<br />
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Las horas pasaron lentamente hasta que el timbre sonó estruendosamente anunciando la salida. El inmenso portón del patio central se abrió de par en par y el alumnado, como reos que ven la oportunidad para fugarse, salió a todo tropel. Ya en la calle formábamos grupos para acompañarnos buena parte del camino de regreso a casa.<br />
<br />
En mi habitación tenía un pupitre de madera –regalo de mis padres, imagino que ilusionados lo compraron para darle comodidad al futuro profesional- que ocupaba generalmente después de las cinco de la tarde para realizar los trabajos que nos dejaban en el colegio. Ese día, cogí mi cuaderno de apuntes, empuñé el lápiz como un pintor a su pincel para dar los primeros trazos en su lienzo. Eché a volar la imaginación, la sola idea de redactar un cuento de mi autoría me emocionaba, por primera vez sentía que haría algo que me agradaba. Pensé en el mar, en las plantaciones cerca de la ciudad, en el cementerio… pero nada fluyo.<br />
<br />
Al día siguiente por fin pude pescar una historia: escribí, borré, corregí cada renglón; era un loquito concentrado. Mis padres se asombraban de verme pegado a mis papeles. Cuando faltaba poco para terminar el texto volví a releer lo avanzado y descubrí que no me gustaba, que tenía muchos errores. Estallé en cólera y empecé a romper todas las hojas. Con el rostro lleno de rabia fui donde mi padre para pedirle permiso e ir a caminar por el malecón. Él, que me conocía bien, intuyó que algo malo me estaba sucediendo y en mi ausencia se dirigió a mí cuarto. Lleno de curiosidad ingresó a la recamara, grande fue su sorpresa al ver muchas hojas rotas esparcidas por el piso. De regreso a casa me preguntó el por qué había destrozado mi trabajo, le respondí: “Porque todo estaba mal”. Intentó animarme citándome muchos ejemplos de grandes hombres que en un principio se equivocaron pero que al final llegaron a ocupar un lugar en la historia. Me pidió que fuera perseverante y que controlara mis impulsos. Mi madre criticó la reacción descontrolada pero me inyectó confianza diciéndome que estaba segura que al final escribiría algo bonito.<br />
<br />
Como todos los días salí del colegio junto a los amigos pero en aquella oportunidad solo los acompañe unas cuadras porque luego me separé del grupo para dirigirme a la plaza de armas. Tomé asiento en una de las bancas y empecé a observar el cielo: con las nubes formaba rostros humanos, animales, paisajes, naves, todo lo que a mi imaginación se le antojara. Luego, seguí con la mirada a un grupo de niños que lustraban zapatos: descalzos y vestidos con ropa tremendamente desgastada por el uso y el tiempo. Mis cortos once años no fueron impedimento para sentir un nudo en la garganta, y pensar que uno de ellos podía ser yo. “Pareciera que esos niños vivieran en otro mundo”, me dije mentalmente.<br />
<br />
Por la noche les conté a mis padres lo que había visto y sentido pero mientras reflexionábamos sobre el tema en mi cabeza empezó a recrearse toda la historia de un niño. Fui a mí recamara, me senté en el escritorio, cogí papel y lápiz y la imaginación empezó a dictarme lo que sería la historia del cuento escolar<strong>:</strong> "De noche, un niño que caminaba descalzo por la plaza de armas, vestido con harapos –pobre en dinero pero rico en sentimientos-, vio una luz caer en el mar. Corrió hasta la playa y encontró a un hombrecillo tirado en la arena. Se acerco con temor, al verlo herido le ayudó a recuperarse. Superada la desconfianza entre ambos lo llevó a su humilde casa: echa de cartones, plásticos, carrizos y listones de madera; ubicada en un cerro a las afueras de la ciudad. Su padre, un técnico electrónico, dirigido por el visitante construyó un aparato transmisor con el que pudieron establecer comunicación con una nave nodriza para que lo recogieran. El tiempo que duró la convivencia entre los personajes compartieron enseñanzas que con los años ayudó al papá del niño a ser un gran inventor sacándolo de la pobreza, y el nuevo amigo se llevó al espacio una lección de amor y amistad". (Lógicamente, he resumido tremendamente el cuento que además venía acompañado de dibujos).<br />
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Llegado el día de la presentación de los trabajos entregué henchido de orgullo mi cuento. Esperaba con ansias la llegada de la nueva clase para que se nos dieran las calificaciones. Tanta era mi emoción que la fecha siguiente llegué temprano a clase. El maestro ingresó con todos los textos, los colocó sobre el escritorio, tomó asiento y comenzó a llamar alumno por alumno. Cuando llegó mi turno salté del pupitre escolar como un resorte, me acerqué y recibí la carpeta que guardaba mi inspiración. Al ver la calificación que se me había otorgado me desarmé completamente, sentí coraje, ganas de golpearlo, de escupirle y de llorar. Para el profesor mi cuento valía “00”. Con la voz quebrada le pregunté por qué me había colocado dos grandes ceros, me respondió que lo mío era una copia, que era imposible que hubiera podido escribir algo así. Por más que alegué no me prestó atención.<br />
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Recién en casa me puse a llorar de impotencia. Le mostré a mi padre mi trabajo con la injusta calificación, éste se olvidó de la "santa paciencia" y empezó a insultarlo. Mi madre, me abrazó repitiendo que se sentía orgullosa, que a ella no le importaba esos dos ceros porque ambos eran testigos de mi esfuerzo. A la siguiente clase mi papá me acompañó a la escuela, esperó al enano mental y cuando lo vio llegar lo enfrentó lleno de rabia, exigiéndole enérgicamente que se retractara. El aula entera era testigo de la cara de susto del “profe”, mientras tanto yo estaba lleno de orgullo parado al lado de mi héroe. Ante el escándalo que se había armado apareció el director intentando calmar la situación, luego los tres se fueron a la dirección.<br />
<br />
Aproximadamente, después de treinticinco minutos fui llamado a reunirme con ellos. Allí el pedagogo se disculpó por la injusticia cometida, y con la presencia de la máxima autoridad escolar se me otorgó el puntaje más alto.<br />
<br />
Superado el amargo incidente pensé: "Si un maestro que ha estudiado tantos años en la universidad creyó que mi cuento era una copia entonces significa que mi trabajo estuvo excelente por lo tanto soy bueno".<br />
<br />
Lo que fuera una ofensa a mi creatividad infantil término convirtiéndose en el mayor de los halagos para mi corta edad.<br />
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Pasaron los años y vino la película "E.T., el extraterrestre" y el gran parecido entre el guión del film con lo que escribí de niño hizo que me sintiera aún más orgulloso cuando ya era un jovencito universitario.<br />
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<strong><span style="font-size:130%;">Tu opinion es importante.</span></strong> </div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-35667499590545947772011-02-13T03:49:00.000-08:002014-08-04T19:42:34.029-07:00El Amor<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 240px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5573149754602025410" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSwIxGWPVzH-9sRf1-_lWLiRqHEgLBVzAmP3WMFLgMDnteRmrgVUblWfel1kDzvcbOI7Bs2ge65FEClYKooLHmSeUkHsxrnQp1b3Rlii_ApwX9LCbP256hwt28BuyZXxRH9fVRo8vK2kDU/s320/parque+del+amor.jpg" /></a> <center><span style="font-size:78%;">Parque del Amor en el distrito de Miraflores</span></center><br />
Cuando observando el mar tu suspiro se va tomado de la mano con la brisa marina, y el sol se convierte en la imagen de una persona en especial, es cuando toca reconocer que estás dentro de los dominios del amor y que tu camino desde aquel momento empieza a depender de él. Son éstas cuatro letras las que convierten al "idiota en ladino, y al ladino en idiota". Alguna vez me dijeron que el amor no da de comer pero "sí te alimenta el alma y llena de motivación tus días para conseguir lo que necesitas", respondí. El amor es la mejor vitamina del ser humano.<br />
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El amor es mágico: te cautiva, te hace volar, te ilumina la vida, te cambia los días; te ayuda a reconocer algo nuevo en lo mismo que hasta ayer solo era monotonía. También el amor es dolor, lágrimas, días grises, confusión. Es un revoltijo de sentimientos encontrados, tan bellos y enigmáticos como las entrañas de la inmensidad oceánica.<br />
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Por amor muchos se convierten en héroes: lo arriesgan todo, y si pierden no se detienen para lamentarse, siguen adelante estoicamente. A otros los deja como despreciables lacras, basura hedionda, absolutos cobardes por enamorarse de otra vida y abandonar a quien esta a su lado. Los inquisidores ojos de la sociedad siempre suelen tener un cartelito listo para colgárselo.<br />
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En el complejo mundo del amor nadie tiene la verdad absoluta: todos tienen la razón, y todos a su vez están equivocados. Por él las neuronas se te pueden desquiciar; soplarte al oído que ya es hora de partir, de adelantar la despedida. También se convierte en esa voz divina que te resucita como a Lázaro; te despeja la mente de aquellos nubarrones que empañan tu sendero hacia la felicidad.<br />
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"Cada persona que habitó en mi vida, ahora reconozco, solo fue una pequeña velita misionera alumbrándome una parte del corazón, porque cuando tú llegaste me iluminaste hasta el alma", le repito a mi pareja. Pero en el pasado –antes de conocerla- también llegué a sentir el duro golpe que este sentimiento suele dar, llegando a decir a la mujer de entonces: "Amarte tanto fue mi peor error, porque de tanto sentirte amada se te olvidó amarme". Un día puede ser el más letal de los venenos, y al día siguiente el más estupendo de los vinos; así es el amor.<br />
<br />
A veces pienso que el amor es un idioma complejo de entender y que solo se le sobreentiende, una palabra cuyo significado real es difícil de encontrar. Enarbolándolo como única bandera se unen personas del mismo sexo –aunque esto lo vean mal ciertos tramitadores del omnipotente-, algunas se enamoran de otras ya en matrimonio, otras se saltan la abismal diferencia de edad. El amor es un antiguo jeroglífico complejo de descifrar con certeza.<br />
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Si habita en el corazón, el cerebro o en el alma ya que importa; el amor es como un Dios: no puedes tocarlo más sí sentirlo muy dentro de ti. Por eso creo que es mejor sentarse tranquilo en éste coche que él conduce, y otear desde la ventana el horizonte incierto, confiando que al final terminará llevándonos hacia la felicidad, aunque la felicidad duela encontrarla.<br />
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Para ella, en este mes del amor y la amistad: "¡Tú eres el amor!... Si no existieras no podría inventarte porque significa que estaría muerto".<br />
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<strong>Tu opinión es importante.</strong> </div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-46075597839648484342011-02-04T04:40:00.000-08:002014-08-04T19:43:09.253-07:00El mar en mi vida<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 198px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569814010191135298" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgearQXq55V6Y1kPiq1wu_AnX9CcpV4_NWDG5F1i4tzsi4eqSmKtfMnv6ANdgBfRGH64pi6AGrxnWmAl9naQWdcrRX4e9rJOix5Y9yu7L-KTD7vxK9BC_Fu4gVu3xKpc5pXPM9qM5kvRR85/s320/Nueva+imagen.JPG" /></a> <center><span style="font-size:78%;">Frente al mar a las 6 am.</span></center><br />
<center><span style="font-size:130%;">- ¿Javier, para ti qué es el mar?<br />
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- "El mar es un inmenso écran (pantalla) en donde puedo reencontrarme con mi pasado, reflexionar el presente, y convencerme que allí esta mi futuro... El mar lo es todo", respondí.</span></center><br />
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<strong>Tu opinión es importante.</strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-38440329353990157532011-01-21T03:08:00.000-08:002011-01-28T18:23:26.926-08:00La verdad oculta<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 180px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5564595267008939794" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhT3lDM6MEKLcDHcUdcgXOMFnsxQ-pPVgz4Rrm6i8ehU_wYop-KcSUwXeH5d0tADFF5CicdRrfV2ayZPX41qb-3A60NJmTJc-lBG6RHI8Yd8b8N8_Uq4wwp-7ZSevccANq5cSQuhO6t0clG/s320/mar+de+chimbote.jpg" /></a> <center>Bahia de Chimbote</center><br />Un domingo por la mañana, Willy y sus amigos jugaban un partido de fulbito en la arena del malecón chimbotano. Cada uno imaginaba ser el crack del club de sus amores. Él, poseía una rara habilidad: era diestro para escribir pero utilizaba la pierna izquierda para dominar el balón. Soñaba ser, algún día, igual al futbolista peruano Cesar Cueto, "El poeta de la zurda". La pelota iba y venia como las palabras groseras entre los infantes que apenas llevaban una docena de años de vida. Ocho críos, agrupados de a cuatro, se enfrentaban tenazmente en una batalla deportiva en la que se jugaban el honor, los billetes hechos con las envolturas de las cajetillas de cigarros (cada marca tenia un valor diferente), además de las canicas.<br /><br />Muchos pescadores, sentados al borde del campo imaginario, alimentaban la bravura de los muchachitos con sus aplausos o pifias. Dentro de este conjunto de hombres de mar: ataviados con camisetas viejas y pantalones cortos llenos de escamas, destacaba la presencia de un hombre con porte atlético vestido impecablemente: guayabera blanca, pantalón de color blanco humo, sandalias del mismo color y gafas oscuras; era su padre. Fingió no verlo entre la multitud aunque rebosaba de felicidad, tampoco escuchar a sus amigos que le repetían: “Chochera (amigo) tu viejo”. Transcurridos varios minutos el elegante caballero se retiraba al llamado de su compañera de toda la vida, una hermosa mujer de mediana estatura.<br /><br />Terminado el juego, los hombres de mar volvieron a sus chalanas, cada uno a sus labores de mantenimiento. Los pequeños futbolistas, extenuados por el fragor del deporte, se sentaron en la arena a recordar sus acrobacias peloteras, sin repartirse premio alguno por haber terminado empatados. “Willy, que chévere tu pá que viene a chinearte (verte)”, le dijo uno de ellos. “Como quisiera que así fuera mi viejo”, le manifestó otro muchachito del grupo. Él sonreía orgulloso. Sus amigos guardaban admiración y respeto por su padre, decían: “El señor todo lo sabe y es amigo de todos”. Terminada la plática se remangaron los pantalones, colgaron las tenis en el hombro y caminaron por la orilla del mar inventando juegos, hasta que una escandalosa voz reclamando a uno de los chiquillos les recordó que era la hora del almuerzo. Se despidieron con la promesa de reencontrarse por la tarde en la esquina del cine.<br /><br />Al llegar a la puerta de su casa se puso a tocarla como si ésta fuera una tumbadora. “¿Cuál es tu desesperación?”, le reclamó su madre al abrirle. Lo enviaron a tomar una ducha y cambiarse de ropa. Willy, tenía la costumbre de entrar al baño con una radio portátil y sintonizarla a todo volumen mientras le hacia el coro a la canción que brotaba del pequeño aparato todo el tiempo que duraba su higiene corporal.<br /><br />Su hermana, dos años menor, sentada en uno de los muebles de la sala, observaba los archivos de su padre, leía sin entender los documentos que en cada uno de los folder estaban ordenados. Dentro de todos estos papeles hubo uno que capturó su atención, no podía entender lo que allí se decía, la inocencia propia de su edad era mayor que su capacidad para comprender la importancia de aquel documento que el destino había puesto en sus manos para convertirla en mensajera de una delicada noticia.<br /><br />Con el cuerpo limpio y la toalla envuelta en la cintura caminaba hacia su habitación. “Willy, ven mira”, escuchó decir a su pequeña pariente desde donde se encontraba. “Espera, me visto y voy”, respondió despreocupado. Ataviado con una camiseta de color rojo, pantalón bermudas de color azul, sandalias negras, y el cabello ensortijado fue al encuentro de su hermana. ¿Qué quieres?- Mira esto, respondió ella señalando con el dedo índice sobre una fotocopia. Él, de pie, tomó entre sus manos el folder donde se encontraba archivado aquel papel y empezó a leer. La niña lo observaba en silencio. Un mutismo absoluto envolvió a los hermanos. De pronto, los ojos del chico feliz se tiñeron del color de la tristeza. Su rostro, se fue desencajando acompañado de un incontrolable temblor en los labios. Avanzaba en la lectura y sentía que una inmensa ola revolcaba su vida hasta terminar por ahogarla. Su corazón se aceleró impresionantemente como queriendo huir de su pecho. Soltó la carpeta con la hoja sobre el sillón y corrió llorando rumbo a su habitación. La verdad oculta acababa de ser descubierta.<br /><br />Velozmente, la nena, fue hasta la cocina en busca de su madre para contarle que le sucedía a su hermano. Mamá, Willy esta llorando - ¿Por qué? – No sé, estuvo leyendo un papel de la biblioteca – Vamos para que me muestres cuál. Cuando la madre vio lo que su enano había leído sintió venirse todo el universo al suelo. Mandó a su hija a jugar con su hermano menor para distraerla, luego apurada buscó a su esposo. Él, leía una revista internacional en la cama cuando ella ingresó a la alcoba con el rostro evidenciando preocupación. ¿Qué pasa? – Ya se enteró - ¿De qué? – Acaba de leer su partida de nacimiento y esta llorando en su habitación. De un brinco se puso de pie, abrazó a su esposa tratando de calmarla. “¿Qué vamos hacer?”, preguntó la mujer. “Esperemos a que se calme un poco y luego iré a conversar con él”, respondió. “Primero lo haré yo”, propuso ella.<br /><br />Willy, tumbado en la cama no cesaba de llorar amargamente. Miles de preguntas invadían su atormentado cerebro. En tan solo unos minutos su tierno mundo se había movido bruscamente desatando una terrible catástrofe emocional. Su mamá, nerviosamente tocó la puerta del cuarto. ¿Quién es? – Yo papito - ¿Qué quieres?, respondió lleno de rabia – Tenemos que hablar – No quiero hablar con nadie... ¡Déjenme solo! – Mi amor, no me voy hasta que no charlemos. Desde su lecho miró fijamente la puerta, dudando por un instante, se levantó, con paso pausado se acercó hasta la entrada para permitir el ingreso de su madre. Ella intentó abrazarlo pero él prefirió esquivarla volviendo rápidamente a la cama para continuar con las compuertas de su corazón totalmente abiertas para que su corazón dejara correr su dolor traducido en llanto.<br /><br />Su madre se sentó al lado suyo y con la mano izquierda empezó a acariciarle el cabello. Willy, lloraba con la cara hundida en la almohada. El sufrimiento que en ese instante sentía el mayor de los niños era algo que sus padres siempre habían evitado. Ella, deseaba poder ocupar el lugar de su hijo con tal de devolverle la alegría y la paz al alma de su inquieto nene. Transcurridos algunos minutos –que se sintieron como eternos- un ahogado “¿Por qué nunca me contaron nada?” se dejó escuchar en aquel espacio. “Mi amor, tu padre y yo solo esperábamos a que crecieras un poco para que pudieras entender”, respondió acongojada. Acaso no estoy bastante grande - Sí, además eres inteligente - ¿Por qué me mintieron? - Nunca te mentimos en nada... tu papá y yo te queremos mucho.<br /><br />Brevemente la ausencia verbal se apoderó por unos segundos de la recamara, hasta que la matriarca del hogar decidió contarle la verdad: “Tenía dieciséis años cuando conocí al hombre del que me enamoré con toda la ilusión de una niña, pensé que aquella relación seria para siempre. Al poco tiempo quedé embarazada de ti. Tu llegada a este mundo me llenó la vida de felicidad: tu carita colorada como un camaroncito –Willy sonrió entre lagrimas-, tus ojos grandes observaban todo como si buscaran algo que habías olvidado en algún lugar, le sonreías a todos, siempre fuiste un coqueto, cubierto con tu roponcito parecías un muñequito de porcelana. Pero el encanto se rompió a los seis meses de tu nacimiento, el que decía querernos se marchó sin decir nada, un día salió y nunca más regresó. Nos tocó salir adelante solos, tú eras mi fuerza. Luego conocí al que en verdad se ha portado como un padre desde que te conoció”, entre sollozos finalizó la historia. Se acomodó en la cama, abrazó a su hijo y juntos lloraron, unidos como cuando ella era una adolescente y él un bebé.<br /><br />Luego entró su padre quien por un momento guardo silencio, la madre al verlo se puso de pie ofreciéndole su lugar. Se ubicó muy cerca del pequeño. Willy se sentó y con su carita de pena le preguntó el por qué no le habían cambiado de apellido. “Tu madre y yo muchas veces conversamos del tema y decidimos esperar a que crecieras para que los tres tuviéramos una plática menos dolorosa para ti. No te cambiamos el apellido porque creímos que tenías el derecho de conservarlo, te imaginas si algún día él volvía a tu vida y te enterabas que otro era tu apellido, entonces creerías que siempre quisimos mentirte”, le respondió. “Pero, yo quiero llamarme igual que tu”, refutó. “Hijo, con apellido o sin él eres y siempre serás mi hijo. Yo te quiero tanto como a tus hermanos. Me duele verte triste. Somos tu familia, jamás estarás solo. Tu madre y yo daríamos la vida por ti y por tus hermanos...”, la voz se le quebró, lo cobijó con fuerza entre sus brazos sin poder contener el llanto. ¿Papá los hombres no lloran? También lloramos cuando se quiere como te quiero, respondió.<br /><br />Pidió quedarse a solas para pensar un poco. Acompañado del silencio de la soledad recordó lo bueno que aquel hombre, al que siempre conoció como papá, había sido con él; las veces que junto a su madre se trasnochó cuando estuvo internado de gravedad en alguna clínica; lo interesante de sus charlas; lo orgulloso que se sentía cuando sus amigos le revelaban la admiración por su padre; pensó en su hermanos; se pregunto de cuanto habría sufrido su madre cuando los abandonaron; al fin comprendía la razón del por qué aquella dama se trasformaba en una fiera indomable cuando alguien osaba tocarlo. Aunque le resultaba difícil beber aquel trago amargo que el destino le servia fue asimilando con admirable serenidad la dura realidad. Abandonó la recamara y se reunió junto a su familia para almorzar en armonía. Comió en silencio, sonreía esporádicamente con las bromas de sus hermanos, y no olvidó de hacer sus travesuras en la mesa (en un descuido cogió parte de la presa del plato de su hermana); terminada su ración pidió permiso a sus padres para ir a la playa, ellos aceptaron.<br /><br />Caminó hasta el mismo lugar en donde jugara por la mañana junto a sus amigos, se sentó en la arena observando por varios minutos la tranquilidad del mar, sus ojos volvieron a lagrimear, y desde la profundidad de esa neblina con la que la tristeza cubre el alma recordó una frase que en alguna novela escuchara: “Padre no es el que engendra sino aquel que se preocupa de que cada día de tu vida sea el mejor”.<br /><br />Nuevamente se puso de pie, sin desviar la mirada del mar y de las gaviotas que sobrevolaban sobre las bolicheras en busca de alimento; formó una cruz con los dedos, la beso, luego expresó en voz alta: “Juro por ésta que algún día encontrare al cobarde de mierda que se burlo de mi madre”.<br /><br />Poco antes de regresar a casa elevó la mirada al cielo y dio gracias a Dios por darle el nuevo padre que tenía, el amor de su madre, y los hermanos que formaban su familia.<br /><br />El tiempo se encargó que Willy cumpliera aquel juramento escribiendo un nuevo capitulo en su existencia. Convencido que en la vida el destino mueve sabiamente sus fichas continúo alimentando el amor por sus padres.<br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-15737432329849406442010-12-18T09:51:00.000-08:002010-12-18T10:02:26.759-08:00Algo que contar sobre el amor<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 273px; DISPLAY: block; HEIGHT: 160px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5552082158133931170" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwdY_OUb2EkybuAqfaue2b1REIZTqj-uHx443Eu2HhqFQK9b2HCtYHOhe4N5grIYPBMNej-c18VUlTq9RexP8K_ZPnwQhMRbeN1wX5UCFBNIxxeL5o29rGoVSCHVXHy4HQKu-dmW0O_qyI/s320/el+amor.jpg" /></a><br />Quienes creen conocerme bien dicen que soy "facilito" para hacer amistad pero quienes me conocen en verdad argumentan que soy "coqueto". Yo, digo que solo me agrada estar rodeado de personas con quienes poder charlar y sientan que pueden confiar en mí. Es así como he llegado a convertirme en el albacea de muchos secretos de amistades que convencidas de mi capacidad de análisis objetivo –dudo que se refieran a mi- esperan recibir la sugerencia atinada que les ayude a resolver el conflicto que les atormenta el día.<br /><br />Cuando conocí a Adriana nos encontrábamos en el cumpleaños de un amigo en común, lo primero que me agradó fue su belleza y luego la jovialidad con que se desenvolvía ante los demás. La amistad entre ambos surgió casi de inmediato. Luego me presentó a Jorge, su pareja: un tipo de carácter amable, bien parecido, adicto a la lectura, trabajador, y locamente enamorado de su mujer. Entre los tres nació un vínculo amical inusitado para mí, relación que con el paso de los años se hizo más fuerte.<br /><br />Mi departamento se ubicaba a unos metros al de ellos, lo que permitía que pudiéramos visitarnos con frecuencia. Con el tiempo descubrí que Adriana (quien para entonces ya era mi buena amiga) poseía un clandestino carácter jodido que sacaba a relucir en toda su plenitud a solas con Jorge pero que sabía disimular con una encantadora sonrisa frente a la gente. En un principio, cuando la amistad iba derribando los muros de la mesura, dentro del proceso de conocernos, solían mostrarse muy acaramelados ante mis ojos. Con el pasar de los meses, reconocidos como amigos de verdad, ambos me abrieron el closet de su mundo familiar y lo que vi me dejó perplejo.<br /><br />Los dos exhibían muestras de afecto sólo cuando cruzaban el umbral de su hogar hacía la calle. Dentro del domicilio la realidad era otra: el carácter alegre y pícaro de Adriana desaparecía convirtiéndose en la mandamás, en la dictadora que no aceptaba contradicción alguna, disparando insultos cual dardos cargados de veneno; Jorge, el hombre enamorado que sonreía tolerando los agravios.<br /><br />Cada vez que los visitaba mi buena amiga se esmeraba en brindarme una atención demasiado especial, sentía que dejaba de ser el amigo y me convertía en un rey dentro de un reino ajeno. A los dos les agradaba escuchar mis historias con suma atención, al observar sus rostros me parecía ver a un par de niños atrapados en la magia de un cuento. Halagaban mi inteligencia –algo que no me reconozco-, convirtiéndome en su consejero matrimonial.<br /><br />Un sábado por la mañana, caminando con dirección al estacionamiento de autos me topé con Adriana quien al verme abrió los ojos denotando impresión para luego pregúntame ¿mi niño y usted a donde cree que va así? – A pasear, respondí – ¿En esa facha, con la camisa que parece hubiera dormido con ella? – Sonriendo me defendí manifestando que me veía bien. Interponiéndose en mi camino me invitó a su casa ofreciéndose a plancharme la prenda. Juntos ingresamos a su departamento, luego al dormitorio, ella extendió la tabla de planchar y yo me quité la camisa.<br /><br />Mientras ella le daba una nueva prestancia a mi prenda, sentado en su cama, con la mitad del cuerpo desnudo, le pregunté:<br /><br />- ¿Si viene Jorge, no crees que puede molestarse al verme así?<br />- No te preocupes que ese no dice nada.<br />- Adrianita, ¿Tu amas a Jorge?<br />- Lo quiero ¿por qué?<br />- Porque me parece que a veces lo tratas muy mal.<br />- Observándome, me lanzó un guiño como respuesta.<br />- ¿No temes que algún día se aburra y te deje?<br />- No, eso nunca pasará porque lo tengo comiendo de mi mano.<br />- Cuando termines te voy a contar un cuento de amor.<br />- ¡Huy!... Sí papito, respondió pícaramente.<br /><br />Una vez terminado el planchado se ofreció para ayudarme a vestir. Estando de espalda a ella sentí deslizar sus brazos entre mi cintura, apoyando su mejilla en mi dorso, ejerciendo una delicada presión; solo atiné a sonreír de medio lado. Luego, le pedí me invitara una taza de té y juntos nos sentamos en el largo sofá de su sala.<br /><br />"Adrianita... sabes que a ti y a Jorge los aprecio mucho, lo que te voy a contar quisiera que lo reflexiones", empecé diciéndole. "No te preocupes chiquito, te prometo que lo voy a pensar", me aseguró mientras nos mirábamos fijamente.<br /><br />"Esta es una historia que cuenta la relación de una pareja en medio de la selva:<br />Pedro y María se hallaban extraviados en medio de la selva virgen. Alrededor suyo solo había maleza, árboles y animales salvajes merodeando muy cerca. Como única herramienta y arma de defensa tenían un filudo machete. Él, caminaba delante de ella dando de "machetazos" a la agreste vegetación, abriendo trocha para que ambos pudieran avanzar. Ella, caminaba lentamente detrás, quejándose constantemente de lo angosto que era el camino, criticando a su pareja por las ramas que tallaban parte de sus brazos. Pedro, que la amaba con subliminal sentimiento se esforzaba por cumplir sus deseos en medio de tamaño problema. María, a pesar del esmero de su marido por complacerla no cesaba la retahíla de reclamos.<br /><br />Ya no doy más, exclamó ella – Mi amor continuemos que nos va a dar la noche, sugirió el preocupado esposo – No, ya no doy ni un solo paso más – Pero, mi cielo, avancemos un poco y luego descansamos – Si quieres adelanta tu que luego te alcanzo... no quiero que me salgan ampollas y luego cayos en los pies, respondió María. Ella no entraba en razón del peligro en el que se encontraban. Después de tanto suplicar, Pedro reinició la marcha abriendo un amplio camino para que su amada luego pudiera continuar. María, sentada en una gran roca similar a un huevo de dinosaurio, observó como la imagen de Pedro iba desapareciendo dejando a su paso una ancha vía. Sabedora del inmenso amor que su marido le tenia, y del pedestal en el que la llevaba encumbrada dentro de su corazón, se dijo: "Voy a dormir un momento, luego lo alcanzo o éste viene por mi".<br /><br />Después de unas horas, el marido cansado también decidió dormir un momento para recuperar las energías perdidas y proseguir. La madre naturaleza, con el correr de las horas, iba ejerciendo los cambios propios de la tierra y la vegetación. María, al despertar se vio ante un panorama aterrador: El camino había desaparecido y se hallaba rodeada de un verdor absoluto. Pedro, repuesto del sueño, se dio con la sorpresa que el largo trecho trabajado había desaparecido y nuevamente estaba ante la selva virgen. Él hombre enamorado se echo a llorar desconsoladamente pensando en su amada. Ella gritaba con desesperación el nombre del hombre que por muchos años la había endiosado en su vida, sólo el eco de su propia voz era la repuesta. Lamentándose de no haber prestado atención y valorado el amor de su marido se desplomó sobre la hierba.<br /><br />Pedro, resignado, desorientado y sin nada más que poder hacer continúo avanzando. Después de varios días de sacrificio, deshidratado y con fiebre llegó hasta una comunidad selvática que le prestó ayuda. María, fue capturada por un ser que vaga por las noches en la selva conocido como el "Tunche" y su cuerpo arrojado a la "Sachamama", una gigantesca boa que habita en los pantanos de la amazonía peruana (ambos, personajes de la mitología popular)".<br /><br />"Adrianita, el mensaje de este relato es que debes valorar todo el amor y respeto que Jorge te brinda, y no confiar que como lo tienes comiendo de tu mano jamás lo vas a perder, porque a veces el destino se encarga de hacer justicia y uno termina devorado por esa inmensa selva llamada soledad", fue el comentario que le hice al finalizar el relato.<br /><br />Atendiendo la invitación de un amigo que vivía en otra ciudad fui a visitarlo por una semana. Al regresar de mi pequeño viaje me dí con una grata sorpresa: Adriana y Jorge habían mejorado su relación, las muestras de amor no sólo eran fuera de casa sino que también dentro del hogar. Cuando fui a verlos a su departamento Jorge me abrió la puerta, antes de ingresar, con un tono bajito de voz, me dijo: "Javier, no sé que le pico a Adriana porque esta súper diferente... Ahora siento que la amo mucho más que antes". Le di unas palmaditas en el hombro diciéndole: "Amigo, creo que la actitud de tu mujer es el resultado de toda esa demostración de cariño sincero y transparente que día a día le entregas". Sonreímos, mientras al fondo se escuchaba el canto de una mujer feliz.<br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com31tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-58455417574442776652010-12-02T04:30:00.000-08:002014-08-04T19:43:38.436-07:00Camilo, historia de un niño maltratado<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546029877986100386" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 224px; CURSOR: hand; HEIGHT: 210px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJgWADzXnlzCMWUBFmwEAUNhqHKTpHswmL6IYoinDFZmKaWZzR14HqEK7LdUsMqOfiDmN4YOZBfeYms1HFk5CXXfkb_Fch93s45dUrgTXBJjszyIb4_AkL7cy_MhYZrmf7bnegfZVCakbD/s320/maltrato-infantil-g.jpg" border="0" /></a><br />
A Camilo le fascinaba otear el mar sin límite de tiempo. Cogía su pequeña banca para asomarse por el muro blanco de seguridad que separaba el frontis de su casa de un peligroso barranco. La vivienda del infante se erguía en la cima de un morro, desde donde tenía una impresionante vista panorámica de la extensa playa.<br />
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Creía que el horizonte era el final del mar y que allí empezaba una inmensa catarata. Pensaba, que el sol se sumergía en el fondo marino para descansar hasta el amanecer. Se preguntaba si sería capas de poder nadar desde la orilla hasta donde la vista no alcanzaba a divisar. Estaba convencido que él había sido un delfín. Camilo tenía seis años.<br />
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Su hogar era un conjunto de amplias habitaciones con una gran terraza en la parte trasera que colindaba con un frondoso jardín (semejante a un pequeño bosque por la cantidad de árboles, flores y maleza). Allí, Camilo, corría como un animalito silvestre dando rienda suelta a toda la fantasía contenida en su cabecita. Trepando en los árboles frutales de pacay, nísperos o plátanos era feliz. Utilizando las débiles ramas como lianas selváticas se balanceaba igual que un diminuto mono tití. Dentro de todo éste verdor se había mal construido una reducida choza con grandes hojas de plátano y ramas secas. En su interior comía las frutas que a escondidas hurtaba (aunque los vecinos lo observaban con una sonrisa cómplice), además absorbía el líquido lechoso que brotaba de unas flores rojas. En el extremo derecho de este paraíso, una zigzagueante escalera de concreto unía los aproximados treinta metros que separaban a la fábrica de harina de pescado, en la parte baja, con la zona residencial en lo alto. Allí se sentía amo y señor del mundo, rodeado de tantas flores.<br />
<br />
Cierta tarde, el inquieto Camilo, jugaba en el extenso patio contiguo a su casa. Un local con puerta independiente, techado en un cincuenta por ciento, donde estaba la lavandería. El pequeño daba de patadas a su pelota, corría sudoroso detrás del balón que se estrellaba contra la pared al tiempo que gritaba ¡Gooool! Con el corazón acelerado tomó el esférico entre sus manitas, lo lanzó al aire y le acertó un cabezazo con toda su fuerza infantil enviándola dentro del cesto de ropa sucia, junto al lavadero.<br />
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En el depósito, además del vestuario utilizado por la familia estaba la casaca (chamarra) de tela del mayor de sus héroes, su padre. La observó imaginando la cara de felicidad de su papá al ver el gesto de su hijo mayor. Lo visualizó sonriendo, abrazándolo en señal de agradecimiento. No lo pensó más, en un rincón quedó olvidada la pelota, llevó una silla hacia el lavadero, subió en ella con la prenda en su poder, empozó el agua y le agregó mucho detergente además de lejía. Introdujo la casaca y se puso a refregarla lleno de felicidad.<br />
<br />
Los minutos transcurrieron apaciblemente hasta que la puerta del patio emitió el sonido de unos goznes oxidados, era su madre –la misma persona que unos años antes le había dado la vida y sufrido al parirlo- acercándose para ver en qué andaba. Camilo, sonriendo tiernamente volteó expresando con total inocencia: "mira... mami". Ella, al ver el detergente, la lejía y la prenda dentro del agua se llenó de furia, tomó al pequeño por los pelos jalándolo violentamente en sentido contrario del lavadero, estrellándolo contra el piso. Luego lo asió fuertemente de su frágil brazo y empezó a abofetearlo descontroladamente. “¡Muchacho de mierda, ya te he dicho que estés quieto!” “¡No aprendes carajo!” “¡Ahora vas a ver!” “¡Quién te manda a malograr la ropa!”, vociferaba mientras lo golpeaba. El niño desconcertado gritaba de dolor y miedo.<br />
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Camilo, en un descuido de su madre logró zafarse del cruel castigo, se echó a correr con dirección al jardín, a ése edén que cobijaba sus aventuras y le brindaba las caricias negadas. Por un instante se detuvo en la escalera de concreto sin dejar de llorar pero la calma estaba a punto de romperse nuevamente. Su madre apareció con una correa (cinturón) de cuero en la mano, el rostro delatando rabia, y una idea fija: corregir la “travesura” de su prole.<br />
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¡Ven acá!, le ordenó. “No mamita… por favor no me castigues... ya no lo vuelvo hacer”, suplicaba sin saber la razón de su tormento. Ella empezó a bajar las gradas acercándose lentamente, exigiéndole que no se moviera. “Perdón… mamita perdón”, imploraba mientras retrocedía trastabillando. Ante tal desobediencia su madre agilizó el paso y él nuevamente se echó a correr. Ambos, perseguidor y perseguido, corrían por la escalera con dirección a la fábrica. ¡Pedazo de mierda te he dicho que te detengas!, le ordenaba voz en cuello. Camilo no detenía la velocidad de sus diminutos pies, tampoco cesaba de llorar. “¡Ahora te matoooo... carajo!” “¡Nadie te va a salvar de ésta!”, empezó a amenazarlo. “¡No me matees... mamita!” “¡Yo te quiero con todo mi corazón... por favor mami, no me matees!”, respondía asustado. Por unos segundos, preso del cansancio, se detuvo. Volteó para ver a su madre cuando sintió que un pedazo de madera le impactaba en la nariz, bañándolo en sangre. Reinició su huida considerando que ya no se trataba de esquivar el dolor de una correa sino de salvar la vida. Pero su precoz fortaleza física no podía competir con el de la mujer que lo seguía muy de cerca. Al final fue alcanzado y masacrado a golpes, teniendo como mudos testigo a las plantas y bichos del jardín que cada tarde arropaba la alegría de Camilo.<br />
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El dolor que el pequeño bosque sintió por lo que le sucedía a su pequeño hijo fue tan grande que las frutas aun verdes empezaron a desprenderse de las ramas; los árboles y las “lianas” fueron secándose; las flores rojas lloraron el líquido lechoso que solía beber Camilo formando una gran sabana de flores blancas como el alma del inocente niño. Las hormigas interrumpieron la faena diaria, regresando al hormiguero para lamentar lo sucedido; las mariposas dejaron de volar inquietas; las pequeñas aves enmudecieron su canto. Aquel paraíso se había convertido en un averno.<br />
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Desnudo, bajo la regadera de la ducha, el pequeño soñador se lavaba el dolor con agua fría evitando tocarse las marcas que el cuero le había dejado como huellas digitales del maltrato infantil. “Yo te quiero pero cuando te portas mal tengo que castigarte”, le argumentaba su madre mientras lo encerraba en su habitación. Sentado en el borde de la cama observó el crucifijo que colgaba sobre su almohada, se bajó del lecho, arrodillado en el suelo juntó las manos, cerró los ojos, inclinó la cabeza y le dio gracias a ése Dios indolente por haberlo salvado de morir.<br />
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Al día siguiente se levantó muy temprano y fue hasta la habitación de sus padres, abrazó a su madre diciéndole: "Mami te quiero mucho"; luego abrazó a su padre: "Papi, tu eres mejor que superman", le dijo intentando halagarlo; se despidió con un beso y corrió hasta la terraza para contemplar su inmenso vergel. La candidez de Camilo volvió a llenar de magia y color a aquella naturaleza que el día anterior intentara suicidarse al ver su tragedia.<br />
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Con el tiempo, Camilo se alejó de su familia. En la distancia, empezó a perdonar el pasado agradeciéndole a la vida por permitirle vivir tal experiencia y aprender cómo no se debe tratar a un niño.<br />
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<strong>Tu opinión es importante.</strong><br />
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</div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com30tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-24928720593674827892010-11-24T08:13:00.000-08:002010-12-18T10:37:56.727-08:00Luces en el cielo de Chimbote<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5543160799400652226" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 228px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg77nHYEFoR0aiENH39Xl0rNDDQlZeSkRksz6MopDR7A5_dorQq7k2Ka34bGEe1ruDodcleUNBgANNv5JmjwBGrobtTxFXZL5pTpkmQk7u5OofIYaWXEk3HK3M5k46a1DxIrIQDLCEnEu5l/s400/Copia+de+CHIMBOTE_DE_NOCHE.jpg" border="0" /></a> <center>Chimbote de noche</center><br />Hay tres cosas que siempre han despertado poderosamente mi curiosidad: el mar, el universo, y la muerte. El fondo de la inmensidad oceánica alberga tantos secretos como el universo, y ambos tan misteriosos como la muerte. Preguntas tras preguntas surgen en mi cabeza, cada una con una respuesta que no termina por convencerme: ¿Cómo es posible que en lo más profundo de esa masa de agua salada, donde ya no hay oxigeno y es altamente caliente, pueda existir vida? ¿Cuál de los millones de planetas que conforman el universo estará habitado? ¿Realmente hay vida después de la muerte? Pienso que mientras mis preguntas no obtengan respuestas convincentes continuare observando con apetitosa atención el mar y el cielo. Y ejercitando el poder de la mente a ver si algún día logro comunicarme con el más allá antes que me vaya para allá.<br /><br />Cierta noche, mi madre se disponía a preparar la cena cuando se percato que le faltaba la carne molida para el platillo que tenía en mente, cogió el dinero de su cartera y me llamo para darme el encargo. Escuche sus indicaciones y salí rumbo al desaparecido "minimarket", ubicado en la Av. Bolognesi. Por aquel entonces tenía la costumbre de recoger todo tipo de palos con forma de báculos, bastones o varitas –a lo Harry Potter- para entretenerme mientras caminaba por la ciudad. Otro de mis hobbies preferidos en esa época era cambiarles la letra a todas las canciones y entonar la que se me ocurriera. Con mis once meses de julio a cuestas, portando mi varita mágica y el dinero en el bolsillo salí apurado a cumplir el mandado.<br /><br />Era verano. Fuera de casa, en el malecón: el cielo estaba completamente despejado, el viento soplaba con cierta fuerza, las olas reventaban en las rocas que formaban el rompeolas, la radio en cada casa dejaban escapar la melodía del momento; a lo lejos, se escuchaba el ladrido de algunos perros, realmente un escenario maravilloso. Apurando el paso, imaginando ser el héroe de alguna tira cómica, llegue a local comercial. El aroma tan peculiar de la mercadería que invadía el ambiente se coló en mis pulmones. Camine hasta la sección carnes, cogí la bolsa de carne molida, y luego fui a la caja para cancelar.<br /><br />Ya, fuera del local, inicie el retorno a casa con el mandado en una bolsa transparente, mi varita mágica en la mano derecha, y un mundo de fantasía en mi cabeza. Los autos transitaban con las luces encendidas, observados por los postes del alumbrado público, en la avenida de doble vía. En cada paso que daba, mis grandes ojos buscaban identificar algún amigo para saludar con la mano en alto o llamarlo con un potente silbido.<br /><br />Estando cerca de casa, caminando por la Av. Bolognesi, debía voltear por una calle que daba para el malecón Grau, luego girar a la derecha hasta llegar al hogar de mis amores. Fue en ésta calle, que al virar me tope con una multitud de vecinos que observaban el cielo. La curiosidad me llevo a elevar la mirada pero solo vi un sin fin de estrellas, al no comprender que miraban le pregunte a un amigo que se hallaba entre la gente: ¿Oye, qué ven todos como unos sonsos? Con su pequeño dedo señalando el cielo me guió hasta el punto blanco que tenia anonadado al gentío. “Dicen que esa estrella llego moviéndose como un avión y de pronto se quedo quieta”, me dijo. Incrédulo, empecé a observarla pero ahí estaba inmóvil el punto blanco.<br /><br />Transcurrieron unos minutos para que tuviera lugar el espectáculo que marcaría mi vida y alimentaría mi imaginación. Cuando todos observábamos aquel punto blanco que brillaba en el firmamento como todas las estrella, desde otro punto cardinal, una nueva luz blanca se aproximó ubicándose frente a la anterior. No pasaron muchos minutos para que otra pequeña luz blanca se uniera al grupo como si ambas hubieran estado esperándola. Las tres luces se alinearon de tal forma que formaron un triangulo perfecto. No podía creer de lo que era testigo. Al final, este misterioso polígono se dirigió con dirección al mar y su luz se fue difuminando lentamente en la oscuridad de la noche. Algunos corrimos a las piedras del malecón para fotografiar mentalmente hasta el último conchito de la experiencia que acabábamos de vivir.<br /><br />Emocionado, con la bolsa de carne molida en una mano, mi varita mágica en la otra, y un evento en mi memoria que nunca olvidaría, regresé a casa. Mis padres esperaban enfadados por la demora pero cuando les conté de lo que acababa de ser testigo se calmaron y quedaron tan sorprendidos como los amigos a quienes luego les relaté lo sucedido.<br /><br />Si existe o no vida en otros planetas es un enigma que la ciencia tendrá que resolver, mientras yo seguiré preguntándome: ¿Qué fueron esas luces en el cielo de Chimbote?<br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-41546278846420061002010-11-10T02:40:00.000-08:002010-12-18T10:38:18.348-08:00Alguna vez fui infiel<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5532661020412719506" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 231px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5OJCZ80_WSgXGWr1uH70hjVf3vK-RrxMfmKI5sXXn1vf-66L_JYjrqNE_VxF52u7kcrWGuD8xGmYFXsR89Sdb3BQo0jPMvr2AyQhT-6V9zubjcw3zcCezHhDaAPq8Lbtv_ZQCSfIKGkhR/s320/infidelidad.jpg" border="0" /></a><br />Si alguien dijera a una nutrida concurrencia: "Que lance la primera piedra quien nunca haya sido infiel", de seguro me quedaría bien sentadito, es más, me agazaparía entre la multitud intentando pasar desapercibido. "Hay que quemar naves para que en el futuro seas un buen marinero", me recomendaban los mayores cuando aun era joven; imagino que intentaban darme a entender que primero experimentara con algunas 'aventurillas' para luego ser una buena cabeza de familia. Con lo que estos seudo "maestros" no contaban es que tan "sabio" consejo podía convertirse en una inmanejable costumbre durante un tiempo prolongado.<br /><br />La sociedad machista, que suele gobernar la mayoría de países en nuestro "planeta celeste", ata en los ojos de los varones una oscura venda desde la etapa infantil hasta la mayoría de edad que nos impide, algunas veces, ver la felicidad dentro de la fidelidad. "Cuanto más mujeres más macho" "Tienes que ser un maestro en el arte de trampear" "En la casa manda el hombre" "El mundo es para los vivos (astutos)", esta sarta de cojudeces como una enfermedad se va contagiando de generación en generación.<br /><br />A lo largo de mi vida muchas veces me he enamorado afiebradamente, con los sentimientos desnudos, muy sinceramente de la mujer que con solo mirarme lograba acelerar mi fluido sanguíneo. Pero también debo reconocer, en honor a la verdad, que algunas veces tuve mis "cosillas" paralelas a la relación que en aquel momento mantenía, aunque éstas fueran con el corazón dormido. Mi ciega juventud me convirtió en un fiel cumplidor de aquella frase popular que dice: "Mi mujer es la catedral y las 'trampas' apenas capillitas".<br /><br />Todavía recuerdo todas las artimañas que empleaba para evitar ser descubierto –para estas cosas el cerebro funciona al mismísimo nivel del coeficiente intelectual del propio Albert Einstein-, se te despierta la imaginación de tal forma que superas a la mejor productora de publicidad. En una oportunidad, por la noche, regresaba de estar en apapachos con una "malcriadita" e iba a encontrarme con mi enamorada, estando cerca de su casa me doy cuenta que la "bandida", que unas horas antes me regalaba sus besos, había manchado intencionalmente el cuello de mi camisa con el carmín de sus labios. Detuve mi avance vociferando una retahíla de groserías, y empecé a girar como loquito sobre mi propio eje hasta que se me encendió el foco dándome la solución: Me quité la camisa, la froté en el piso - especialmente la parte del cuello-, luego volví a colocármela y continúe mi camino. Ella, al verme preguntó preocupada qué me había sucedido, respondí si titubear, tocándome el brazo, que llegando a su hogar me fui de bruces en el terral que se hallaba a unos metros de allí. Sin más preguntas pidió que me quitara la camisa y juntos la metimos en la lavadora, luego me prestó una camiseta de su hermano y nos sentamos a conversar tranquilamente. Finalmente, con la camisa húmeda dentro de una bolsa, regresé tranquilo a mi casa.<br /><br />Hoy, después de muchos años, recuerdo ésta y muchas "aventuras" similares, pienso en lo sinvergüenza que fui pero también en lo inteligente para evitarles un mal rato a quienes no merecían les arruinara la ilusión de ese entonces. Ninguna de ellas jamás se enteró de estas "travesuras" machistas de las que no me siento orgulloso, y mucho menos digno de convertirlas en consejos para las nuevas generaciones. Llega el momento en que acumulas tantas relaciones a la vez que pierdes el control de tu desorden sentimental generándose en tu interior el deseo de estar solo. Supongo que inconcientemente ha de ser también el temor a ser descubierto, te echen encima a los rudos de la familia y no lo cuentes al día siguiente.<br /><br />Una psicóloga me dijo por aquella época: "Javier, es bueno que vivas todas estas experiencias para que cuando te llegue la hora de formar un hogar no te distraigas buscando en la calle lo que dejaste de vivir en ésta etapa de tu vida". El tiempo se tragó golosamente muchos calendarios de mi existencia y aun continuo soltero pero esta vez enamorado de una sola mujer.<br /><br />Lo bailado nadie me lo va a quitar, es verdad, pero ya con más de cuatro décadas a cuestas pienso que mejor hubiera sido "danzar" siempre con una sola mujer para no perderme los bellos momentos que por distraerme en otros labios dejé de vivir al lado de ella.<br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-29966402755094534532010-11-02T05:23:00.000-07:002010-12-18T10:38:40.864-08:00Los pequeños piratas<div align="justify"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5534936294081465378" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 196px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW0iGNl6xoHyEUYcY3P5C8__JUQSrYVNq4vilnlPY28FaJa69ujodt9IWSCmoZs_nx7UTiytKR6GvcMXKNsuFSEuq9FzbmysbKupWmSrROPVZWrAfq1GPTX8r2AL6su2qDo2LJ-pm2TsOI/s320/Playa_fonde_Islas_Ferrol.jpg" border="0" /></a> <center>Antigua playa de Chimbote</center><br />Cada vez que escucho algún bolero del trío "Los Panchos", o a la orquesta de Pault Mauriat, inevitablemente me vuelven los recuerdos de infancia en la casa que mis progenitores tenían en el malecón Grau, de la ciudad de Chimbote: mis padres sentados en la sala escuchando su música preferida; mis hermanos jugando en sus habitaciones o en el patio; yo, "clavado" en la ventana observando como la penumbra de la noche digería aquellas grandes embarcaciones pesqueras que se enrumbaban mar adentro. A lo lejos, alcanzaba a divisar el extenso muelle débilmente iluminado, frente a él a las bolicheras esperando el aviso de la capitanía para encender motores y lanzarse a la faena nocturna.<br /><br />Mi padre: un hombre de porte atlético, cabello ondulado, bastante bien parecido, siempre con sus anteojos de carey, y su reloj de números romanos con correa marrón en la muñeca izquierda, era el responsable de mantener en perfecto estado las sondas y radares de las inmensas embarcaciones. Éste caballero tuvo la genial idea, cuando aun vivíamos en otra ciudad portuaria, de permitir que desde los cinco años lo acompañara en la "panga" (remolque marítimo) que lo trasladaba desde el muelle hasta estas moles de metal para familiarizarme con su trabajo –según decía él- pero lo que consiguió fue que el mar y yo quedáramos más unidos que una madre a su hijo. Digamos que a diferencia de muchos infantes primero aprendí a trasladarme en una embarcación que a manejar una bicicleta.<br /><br />Cuando llegamos a nuestro nuevo hogar en el malecón Grau los primeros amigos que tuve fueron hijos de pescadores. Estos niños que siempre traían un aliento a pescado frito me llenaron la cabeza de historias sibilinas relacionadas con el mar. Por ejemplo, me hablaron de un jinete vestido completamente de negro montado sobre un corcel del mismo color que en alguna noche vi o creí ver cabalgando por la arena frente a mi casa... cosas de críos. Con ellos por primera vez jugué fulbito en plena pista con dos grandes rocas por arco. Aprendí mis primeras palabras soeces y malas mañas que en casa mi madre se encargaba de corregírmelas a punta de correa.<br /><br />Junto a mis nuevas amistades, desde una distancia prudente, hacíamos un reglaje a los pescadores artesanales que confiados dejaban sus botes en plena bahía, sobre la arena, y debajo de estas naves de madera los remos. Uno de nosotros se encargaba de seguir al pescador elegido para confirmar que se encontraba lejos y así poder apoderarnos por un largo rato de sus barcas. Entre todos la empujábamos hacia el mar, luego por turnos nos sucedíamos para remar. Al final del paseo regresábamos la pequeña lancha "prestada" a su lugar de origen, y nos marchábamos con el juramento de no delatar nada de lo sucedido. Por suerte jamás aconteció accidente alguno. Pensar que esto lo hacíamos con apenas diez años. Aunque hubo ocasiones que fuimos descubiertos en plena travesura marina y el o los pescadores nos dieron una "catana" (golpes) como para ahuyentarnos de aquel juego peligroso.<br /><br />El malecón Grau que llegué a conocer aun tenía un gran espacio de arena que separaba al mar de la parte peatonal, eran tiempos en que la inseguridad ciudadana no era tan endemoniada como en la actualidad. Sobre el color plomizo de la arenilla de la playa chimbotana muchos carpinteros construían embarcaciones de madera, de regular tamaño, a la luz del día. Al marcharse dejaban sus herramientas dentro de estos esqueletos de madera para continuar trabajando al día siguiente. Nosotros, los pequeños piratas, invadíamos por las noches estas barcas a medio terminar para convertirlas en santuarios de nuestras fantasías. El eco abrumador de las olas bravías y el silbido fantasmal del viento filtrándose por los finos espacios, entre los tablones, inspiraba a los más inocentes a imaginar que eran Simbad el Marino; los demás nos dedicábamos a fumar cigarrillos sin filtro, marca "Inca": raspaban el pecho hasta la tos, y después de cuatro pitadas ya estábamos totalmente mareados. Además de fumar y contar leyendas, nuestros temas giraban en torno al sexo: del escote de la maestra, de las nalgas de tal o cual señora, o vecinita a la que ya se le empezaban a notar ciertos cambios en su anatomía.<br /><br />El tiempo pasó, con él se marcharon por distintos caminos aquellas amistades, los recuerdos quedaron pero el malecón cambió. Cada vez que he podido observar la orilla desde una bolichera, mientras el fuerte viento me peinaba el cabello a su antojo, mi cerebro ha reestrenado una película en sepia en la que los personajes son muchos niños que sin importarles las diferencias sociales jugaban como hermanos sin medir el peligro, o el límite entre la travesura y lo delictivo. Sobre este pasado hermoso se construyó el moderno malecón Grau, un corredor turístico orgullo de los chimbotanos.<br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-47815230240538426892010-10-27T21:15:00.000-07:002010-12-18T10:39:22.390-08:00Recordandote<a href="http://malecongrau.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5538157973146420514" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 200px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEFTobWaXE9EPAi8jEUn6wUJrpTTvPCa0VlTA5G0NMat5a1KiXJ36BZg9ybFcBIVctQM1uUkq5Y6aAWCpmuLF5MPl7e_C4tV4bQVot_fU9LQckwOz55hOde0cYTf05Qicr_N_0aNehM_-Q/s320/Mar+de+Chimbote.jpg" border="0" /></a><br /><br /><center>Voy a sentarme frente al mar<br />para rememorar cada uno de tus besos.<br /><br />En una hoja voy a escribir<br />todas las veces que me dijiste... ¡Te quiero!<br /><br />Prometo no llorar<br />para que mi corazón navegue en paz<br />en las aguas del recuerdo.<br /><br />Tu amor, fue la semilla<br />que sembraste en los surcos de mi alma,<br />del que nacieron, para ti,<br />los más limpios sentimientos.<br /><br />Un beso marco nuestra despedida.<br />Un beso marcará nuestro reencuentro.<br />¡Te extrañé!... será la bienvenida.<br />¡Te amo!... mi mejor respuesta.</center><br /><br /><br /><strong>Tu opinión es importante.</strong>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-49645769432792240412010-10-18T03:27:00.000-07:002010-12-18T10:39:40.435-08:00Un bello sueño<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitvDQQ9DIKZ0vbU2_m3mHVV4d7hIzEt3IsNHBpg-orxz0D3E2cXrADX68EvQk7PsZvsXtGSylKTZ81UMFV9kdafcxvaGErB-YvlZqFrWbup-k_bAuxOM_v7TOsdlosthm1SzOlYXL7uz0b/s1600/monet-dieppe.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" ex="true" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitvDQQ9DIKZ0vbU2_m3mHVV4d7hIzEt3IsNHBpg-orxz0D3E2cXrADX68EvQk7PsZvsXtGSylKTZ81UMFV9kdafcxvaGErB-YvlZqFrWbup-k_bAuxOM_v7TOsdlosthm1SzOlYXL7uz0b/s320/monet-dieppe.jpg" width="320" /></a> </div><center>Pintura de Claude Monet</center><br /><br />Más de una vez he oído decir que los sueños son la manifestación del subconsciente de todo aquello que durante el o los días la persona vivió, entonces trato de interpretar lo que en estado de reposo mi cerebro escenificó.<br /><br />Bajo tres frazadas (mantas), cubierto hasta el cuello, con la calefacción encendida, lentamente fui deslizándome por el invisible tobogán en el que te dejas caer sin miedo en las profundidades de ese mundo escondido dentro del inconsciente que unas veces llega a ser un paraíso, otras un aterrador infierno. Una explosión de alegría o una dolorosa depresión que te desbordan los canales lagrimales.<br /><br />Soñando, me vi en un pequeño departamento de dos habitaciones con paredes blancas. La puerta de ingreso se veía maltratada por el tiempo, llevaba la pintura descascarándose, cayendo al suelo como hojas secas de un árbol olvidado por la primavera. El primer ambiente era una reducida cocina: A la derecha, una ventana con dos puertas corredizas, ambas de vidrio en marcos de aluminio; debajo de esta cristalera el único lavadero pegado a un viejo repostero de madera color marrón. La luz que se colaba por entre los vidrios era intensa, sin llegar a ser cegadora. El escenario añejo se apreciaba como una hermosa pintura.<br /><br />En la segunda habitación, reposando, estaba ella en una cama con el espacio exacto para dos personas: sabanas blancas y almohadas con fundas también de color blanco. Los rayos del sol pasaban por entre la pequeña ventana muy cerca del tálamo donde su juvenil belleza esperaba me inclinara para entregarle aquel beso que decía era la más valiosa colección que guardaban sus delgados y frágiles labios. Sentía que me amaba. Llevaba el cabello corto, color castaño; las facciones de su rostro: ojos marrones claro, nariz pequeña -estéticamente atractiva-, pómulos menudos. La lozanía de su piel, desnuda de maquillaje, reflejaba una gran hermosura.<br /><br />Sus veinte abriles saltaban a la vista detrás de aquel diminuto traje de baño amarillo. Aquellos erguidos senos con los pezones apenas cubiertos irradiaban sensualidad. Cada parte de su cuerpo bien distribuida dentro de su metro sesenta y cinco de estatura: la cintura sin un ápice de grasa, la firmeza de sus glúteos, sus dibujadas piernas despertaban excitación. Parecía esculpida por el mas genial de los escultores.<br /><br />Henchido de emoción, sonriendo con picardía, me acerqué con paso moroso hacia aquella preciosa anatomía de piel blanca tostada por el verano. Ella, me extendió los brazos. Yo, me puse de hinojo frente a ella. Nos abrazamos. Nos besamos: La humedad de sus labios y los míos formaron un único rió caudaloso de pasión. Mi lengua buscaba con desesperada lujuria sentir la de ella, ambas intimaban; nuestras hormonas bullían descontroladamente. Aquella copulación labial nos aisló del mundo. Con los ojos cerrados viajamos a nuestro propio paraíso. Un ósculo nos convirtió en dioses capaces de controlar el tiempo y el espacio. Creadores de una felicidad desconocida por el mundo.<br /><br />El ímpetu de aquellos besos llenos de fogosidad nos hizo vulnerables a las ordenes excitantes del deseo, desbordándose en ambos el copioso afluente liquido seminal. Sus ojos marrón claro y los míos habían dejado de ser los de una pareja latina, eran dos líneas horizontales de un rostro oriental; ambos sonreíamos. "Te amo", me dijo. Yo guardé silencio, observabandola fijamente, tratando de perpetuar su rostro juvenil en mi memoria. "Te quiero" la escuché decir, solo la abracé. Dejamos transitar unos minutos, luego nos pusimos de pie, nuevamente nos abrazamos. El diminuto bikini amarillo cubriendo su húmedo sexo se unió a mi húmeda sunga. Abrazándola la besé repetidas veces diciéndole: "nunca te olvidaré".<br /><br />Juntos caminamos hacia una puerta de madera, color marrón, que daba a un pequeño patio compartido con otras viviendas vecinas. El piso de aquel espacio estaba cubierto con el verdor de un bien cuidado gramado. Frente a nuestra casa, en el patio, al aire libre, se alzaba una reducida habitación hecha de piedras con la apariencia de una gruta, dentro de ella estaba la ducha. Ambos nos bañamos, entre bromas y juegos sensuales sentimos nuestros cuerpos rozarse con apetito mutuo. Al término, ella, sonriendo volvió a la casa. Yo, cubriéndome la cintura con una toalla blanca, me quedé sentado sobre el gramado observando el cielo, despejado de nubes, que parecía arder.<br /><br />Desde el acantilado, en donde se erigía la casa, se podía divisar la amplitud del océano. A la distancia el sol era una gran esfera naranja haciendo el amor con el mar, penetrándola lentamente. El soplo débil de la brisa marina me tocaba las partes desnudas del cuerpo como pañuelo de seda secándome la piel. El frágil sonido de pequeñas olas, hijas de un mar en calma, rompían el silencio de aquel embriagador escenario.<br /><br />Por espacio de treinta minutos recree la visión con el piélago que tenia frente a mí, después volví a ingresar a la casa. Ella descansaba desnuda bajo la sábana blanca. Desnudo me acosté junto a ella. Estiré el brazo izquierdo para que en él reposara su cabeza. Ella deslizó entre mis piernas su mano izquierda, cobijando en la calidez de su palma mi órgano viril; así se quedo dormida. Besándola en la frente también me dormí, sin llegar a decirle en ningún momento del sueño: "Te amo".<br /><br />Aunque no logré interpretar el significado de esta historia puedo afirmar que fue un bello sueño.<br /><br /><br /><b>Tu opinión es importante</b><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-85746157232442797572010-10-11T09:55:00.000-07:002010-12-18T10:40:00.667-08:00Sucedió en la playa de Besique<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" ex="true" height="189" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmSNpDQVVb3PFIGKcetVtdq6npNg0j2BsORkuHwO4XzoP1R3HsYkr6UBqhgknNGoa-VWz5GojxeW5aBCu_A9Ve6OaxgaUFdaftqAniW7m6PNMOxPKklqbtpJzCaCy1K1IEPPdW56GhA-89/s320/Besique.jpg" width="320" /></a></div><br />Cuando era un adolescente me tocó vivir uno de los momentos más bochornosos de mi vida, de ésos que pasado algún tiempo y el peligro lo recuerdas como una anécdota.<br /><br />El protagonista, en aquél entonces era un joven de apenas quince años: delgado, de mirada seductora, labios sensuales y con una sonrisa pícara (insinuadora), digamos que aceptable a los ojos femeninos, en todo caso así me veía en el espejo o así quería verme. Bueno, aquél "Adonis" está por demás decir que era yo. Lo cierto es que era un joven romántico –hasta ahora lo soy- y vivía enamorado de cuanta niña hermosa se me cruzara por el camino, nunca escatimaba esfuerzos por conseguir robarles unos besos.<br /><br />Cierto día de verano, el grupo de amigos organizó un paseo a una de las playas cercanas al distrito de Chimbote, en el norte del Perú, llamada "Besique". Todos irían con su pareja, además invitarían a algunas amigas para los que estábamos sólos. Llegado el día nos reunimos en el paradero de los autobuses a la hora acordada, diez de la mañana, en la plaza 28 de Julio (hoy Plaza Miguel Grau). Dentro del vehículo cada uno se acomodó de acuerdo a su conveniencia. Yo le había echado el ojo a una mocita muy guapa. Durante toda la hora que duró el trayecto conversamos, nos reímos y por ahí una que otra tocada de mano. El día era caluroso y pintaba excelente.<br /><br />La playa de Besique estaba rodeada de una cadena interminable de cerros. A muchos metros del mar se alzaban una hilera de pequeños restaurantes rústicos, administrados en su mayoría por pescadores artesanales. Colindante con el océano se hallaban unos grandes peñascos (cerros de piedra). El lugar era inmenso y alejado de la civilización.<br /><br />Apenas descendimos de la chatarrita que nos había transportado hasta nuestro paraíso juvenil, empezamos a emparejarnos, lógicamente yo iba con la niña que me había deslumbrado desde un inicio. Entre toda la collera (amigos) elegimos dirigirnos a una pequeña bahía cercana, quince minutos caminando, para lo que se debía cruzar un gran cerro de arena y piedra. Iniciamos la marcha. Unos iban echando relajo, otros demostrando sus dotes de orador – entre ellos éste humilde parroquiano - y los demás jugando a la pega (tocar con la mano a quien se persigue a las carreras), aunque para ser sincero éste jueguito servía para tocarles las nalgas a las muchachitas.<br /><br />Ya enfrente de aquella encumbrada colina arenosa empezó el ascenso. Los varoncitos sudorosos, agitados pero con la cabeza llena de ilusiones tratábamos de mostrar nuestra mejor sonrisa. Estábamos en la mitad del camino cuando alguien gritó:- ¡Por acá hay un atajo!- Todos nos dirigimos hacia aquel camino que nos ahorraría el desgaste físico. La trocha medía aproximadamente entre cincuenta o sesenta centímetros de ancho, bordeaba todo el cerro y se encontraba a una altura de 30 metros o más desde el nivel del mar. Uno a uno iniciaron el recorrido pegando la espalda al cerro, guardando el equilibrio con gran sangre fría. No había andarivel que nos protegiera del peligro de caer sobre las peñas que azotaban las olas.<br /><br />Todo estaba "chévere" (bien) hasta que tocó mi turno, al igual que los demás avancé, poco a poco, lentamente, evitando mirar hacia abajo. Llevaba un poco más de la mitad cuando los nervios me traicionaron y sentí como si el cuerpo se me fuera hacia delante, pegué con fuerza la espalda al cerro, por más que intenté avanzar, no pude, mis piernas no obedecían las ordenes de mi cerebro; entré en pánico. Mis amigos al percatarse de mi situación empezaron a alentarme: ¡Vamos, Javier tu puedes! ¡Tranquilo amigo! ¡Avanza de a poquito Javi! Todo fue en vano. Cuando la circunstancia se tornó desesperante fueron en busca de ayuda.<br /><br />Desde donde me encontraba, envuelto entre el miedo y la vergüenza, la observé, estaba con su carita triste, preocupada, con esos ojitos llorosos... la vi rezar.<br /><br />Después de un buen rato llegaron los súper héroes, eran pescadores acostumbrados a desafiar el peligro, se armó todo un operativo. Uno se me acercó por el lado derecho y otro por el lado izquierdo, ambos estaban sujetos por cuerdas desde arriba, parecían alpinistas, uno de ellos traía una gruesa madera que luego cruzo fuertemente a la altura de mi pecho, cada uno sujetaba en un extremo. Me ordenaron con voz firme avanzar. Nuevamente me volvió la confianza y avancé lentamente los aproximados siete metros que faltaban para salir de aquella pesadilla. Al final llegaron los aplausos y toda manifestación de alegría de parte de la gran multitud de curiosos que para entonces se habían congregado. Emocionado agradecí a cada uno de éstos valerosos hombres de mar, los mismos que me llevaron hacia un rincón y me dieron una “gran puteada” advirtiéndome que no volviera a intentar nuevamente aquella acción. Calculo que todo duró algo más de dos horas desde el inicio de aquella bochornosa situación hasta el rescate.<br /><br />Pasado el susto toda la pandilla terminamos el descenso hasta la pequeña bahía. Ya instalados surgieron los comentarios, nos bañamos, nos divertimos hasta que nos dieron las cinco de la tarde, hora de regresar. Todos volvieron a cruzar por el atajo, a mí me tocó subir y bajar aquel gigantesco cerro; ya lo dice aquel refrán: "Mas vale prevenir que lamentar".<br /><br />Nunca llegué a sentir los labios de la niña que tanto me había ilusionado, solo pude tomarla de la mano durante nuestra estancia frente al mar. Jamás la volví a ver desde aquél día.<br /><br /><br /><b>Tu opinión es importante</b><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-6925088345252651692010-10-04T08:00:00.000-07:002011-03-22T21:52:37.909-07:00Chimbote: La leyenda del "Ahogado"<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" px="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMulZfBw-RrfYK0gT5SmPkb2UcGNs1IU_jrJY23sa4iHodX15An8e2AQRGHdfwsSrVJAkJybOYcUz1USP5K7j_jew4gJIsx0ETqBB_vGhpTI_z3NrhJo9UEaHtPgxRpZ9_Rd888bj7dqyT/s320/P1000873.jpg" width="320" /></a></div><center>Malecón Grau de noche</center><br />Crecí como muchos "chibolos" (niños), que vivieron en el malecón de Chimbote, escuchando historias de fantasmas y brujas -algunas veces me las creí-; asustado pasé muchas trasnochadas siempre alerta para salir volado por si algún espectro despistado venía a visitarme. Cuando descubrí que todo era puro cuento, una farsa de los mayores para mantenernos alejados de algunos sitios, empecé a inventar mis propias historias que luego se las relataba a la collera (amigos), llegando incluso a jurar "por diosito" con tal que se tragaran el cuento y esa noche sufrieran de insomnio.<br /><br />Mi infancia y adolescencia transcurrió viviendo frente al mar, observando a diario: las islas, pelícanos, gaviotas, lanchas, redes, respirando la brisa marina; con el cabello alborotado por el fuerte viento y escuchando conversaciones de pescadores. Una de las leyendas más populares en ese pequeño y hermoso mundo era la del "ahogado", en ella se decía que cuando una persona moría ahogada su alma salía por las noches a vagar por la orilla de la playa en busca de algún incauto. Si escuchabas su lamento muy lejano significaba que se encontraba ya a espalda tuya pero si este mismo lamento se oía cercano aún estabas a tiempo de echarte a correr. Cuando ya no había escapatoria decían que la única forma de hacerle frente era rezar en voz alta, tan fuerte como pudieras, sin acobardarte, y jamás meterte al mar o demostrarle miedo de lo contario empezarías a convulsionar votando espuma por la boca. Los hombres de mar aseguraban haberse topado cara a cara con el mismísimo "ahogado" o visto algún difunto lleno de espuma como perro rabioso tendido en la arena.<br /><br />Una noche acordamos con los amigos del barrio o la cuadra –según el país- camuflarnos entre las redes que los pescadores dejaban secando a la intemperie -inmensas sabanas de hilo oscuro que cubrían el extenso malecón- para ver al famoso "ahogado". Las horas avanzaban, el miedo crecía pero ahí estábamos agazapados los cazafantasmas infantiles, estoicamente esperando la llegada del espectro. El sepulcral silencio de la bahía era roto cada cierto tiempo por el reventar de las olas bajo un cielo estrellado como testigo. De pronto una voz enfurecida nos hizo saltar el corazón: ¡Javierrrrrr…! ¡Aparece de una vez si no quieres que te encuentre! ¡¿Ya estas aquí?... A la unaaa, a las dosss y a las tresss!... Inmediatamente salí de mi escondrijo playero, era mi madre que me andaba buscando. Así quedó truncada la que pudo ser una de las gloriosas hazañas de mi infancia.<br /><br />Como buen nacido bajo el signo de leo no me di por vencido, después, en otra noche, amanecí observando el mar desde mi ventana, escondido tras la persiana pero nunca apareció el famoso pariente de "gasparin". Entonces decidí ahogar la leyenda en mi mundo de fantasías. Lo rescatable de esta experiencia de "chiquititu" fue el recuerdo que me quedó de la trasnochada: el canto de las gaviotas por la mañana, el sonido de suaves palmadas marinas reventando en la orilla, un cielo celeste de la mano de un tímido sol, el particular aroma de la brisa que tenía el amanecer al filtrarse por el ventanal de mi sala, y la imaginación singlando frente a las islas.<br /><br /><br /><b>Tu opinión es importante</b><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-512440249249031543.post-44839987849929806092010-09-28T11:09:00.000-07:002012-02-07T18:45:16.496-08:00Chimbote: El Malecón Grau de mis recuerdos.<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://malecongrau.blogspot.com/" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="252" px="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifhkVCsVvTfbAFY3iOuA8YAKb9isCtFUuquObI3IUlvVrxcQeo0RoVGEcyz6cyWQ9Lv1OEhXRoYJibxTb7HAA1MdDL4Rb6ELseAtQNRjnu_fwhSTXyvW0MuRa4WadinQQrWDZfVxflLbIn/s320/Malecon_Grau_frente_al_Hotel_de_Turistas+(Foto+antigua).jpg" width="320" /></a><center>Antiguo Malecón Grau</center></div><br />Caminar por cada cuadra que forma parte del Malecón Grau, en la ciudad de Chimbote, me significa inevitablemente volver a circular por un pasado lleno de bellos recuerdos. El Malecón atesora en cada una de sus casas, veredas, bancas y piedras a un testigo privilegiado de tantas historias de amor, "mataperradas" de niños, aventuras de adolescentes, frenéticos partidos de fulbito y noches de bohemia juvenil. Desde el hotel de turistas hasta el Varadero.<br /><br />El Malecón que conocí tenía algunas palmeras -frente al hotel de turistas - y arena. Desde la bahia, sobre el mar, danzando en el aire, se podía ver el vuelo de los pelícanos, gaviotas, pardelas y patillos; era impresiónate apreciar en el piélago a los bufeos y "chanchos" marinos.<br /><br />Tenía ocho años cuando llegué a "chimbotito", un año después del devastador terremoto del 70 que desapareció el pueblo de Yungay. Aquel penetrante olor que despedían las fábricas de harina de pescado fue lo que dio la bienvenida a mi familia, luego fue la fuerte brisa marina la que golpeó mis pulmones. Nuestra casa estaba a unos metros del mar que se convertiría en mi vida. Por años, fui testigo en el muelle chimbotano de la salida y llegada de tantas bolicheras. Desde mi ventana vi hermosos amaneceres y arder el cielo en el ocaso. Infinidad de veces, montado en una "chalana", junto a los amigos de infancia navegamos frente a las islas guaneras, mientras nuestra mente infantil volaba en la imaginación con el corazón acelerado creyéndonos piratas.<br /><br />Antes de abordar el extenso rompeolas de la bahía chimbotana está el Jr. Huanchaquito, frente al Varadero -entre los amigos solíamos comentar que allí vivía la gente brava. Iniciando la primera cuadra del Malecón está el Jr. Guillermo Moore, un lugar que conocíamos por estar habitado por "gente de mar". Al terminar la primera cuadra del Malecón comienza el Jr. Sáenz Peña, conocido por celebrar, año tras año, de manera espectacular la fiesta de la "Cruz de Motupe".<br /><br />Entre el Jr. Sáenz Peña y el Jr. Carlos de los Heros existía "la ramadita", acá llegaban todas las pequeñas embarcaciones artesanales para descargar la pesca del día. Cada mañana era una pequeña feria, una improvisada mini terminal pesquera, donde se podía encontrar una gran variedad de peces. Completaban este mágico mundo las vendedoras de cebiche, las vendedoras de "champus" (desayuno hecho a base de maíz servido en grandes tazas), las vendedoras de "cachanga" y el clásico panadero ofreciendo el pan francés o el "Peter pan" (pan de yema).<br /><br />Finalizando la segunda cuadra del malecón empieza la primera cuadra del Jr. Carlos de los Heros, allí todos los años llegaba un misterioso señor a proyectar en un gran muro amarillento las mismas películas antiguas en blanco y negro. A la cuadra siguiente, en el Jr. Enrique Palacios, estaba el colegio de primaria "Sagrado Corazón de Jesús" donde cursé parte de mis estudios.<br /><br />Luego, el Jr. Villavicencio, ésta calle era nuestra "canchita" de fulbito, dos piedras por arcos y unos partidos que eran a morir. Siempre caminando por el malecón llegamos a lo que era la "canchita de repuesto", cuando los mayores nos ganaban la pista de la cuadra anterior, el Jr. Elías Aguirre.<br /><br />En la cuadra siguiente, el Jr. Manuel Ruiz, estaba la casa de madera color verde de un gran amigo de la secundaria. Finalmente, en el Jr. José Gálvez, frente a la Plaza Miguel Grau (en mis tiempos Plaza Chimú), se hallaba la discoteca “El Pelicano” que pertenecía al Hotel de Turistas, convertido por los amigos del colegio en el punto de encuentro de cada viernes o sábado.<br /><br />El Malecón Grau de hoy es un bello mirador turístico por donde orgullosamente pasean jóvenes enamorados, familias o simplemente amigos que buscan deleitar la vista en lo que alguna vez fue considerado como el primer puerto pesquero del mundo. Cuadras frente al mar que por siempre conservarán celosamente mis mejores años.<br /><br /><br /><b>Tu opinión es importante.</b><br /></div>Javier. M. V.http://www.blogger.com/profile/14378104079318341420noreply@blogger.com11