Un bello sueño

Pintura de Claude Monet


Más de una vez he oído decir que los sueños son la manifestación del subconsciente de todo aquello que durante el o los días la persona vivió, entonces trato de interpretar lo que en estado de reposo mi cerebro escenificó.

Bajo tres frazadas (mantas), cubierto hasta el cuello, con la calefacción encendida, lentamente fui deslizándome por el invisible tobogán en el que te dejas caer sin miedo en las profundidades de ese mundo escondido dentro del inconsciente que unas veces llega a ser un paraíso, otras un aterrador infierno. Una explosión de alegría o una dolorosa depresión que te desbordan los canales lagrimales.

Soñando, me vi en un pequeño departamento de dos habitaciones con paredes blancas. La puerta de ingreso se veía maltratada por el tiempo, llevaba la pintura descascarándose, cayendo al suelo como hojas secas de un árbol olvidado por la primavera. El primer ambiente era una reducida cocina: A la derecha, una ventana con dos puertas corredizas, ambas de vidrio en marcos de aluminio; debajo de esta cristalera el único lavadero pegado a un viejo repostero de madera color marrón. La luz que se colaba por entre los vidrios era intensa, sin llegar a ser cegadora. El escenario añejo se apreciaba como una hermosa pintura.

En la segunda habitación, reposando, estaba ella en una cama con el espacio exacto para dos personas: sabanas blancas y almohadas con fundas también de color blanco. Los rayos del sol pasaban por entre la pequeña ventana muy cerca del tálamo donde su juvenil belleza esperaba me inclinara para entregarle aquel beso que decía era la más valiosa colección que guardaban sus delgados y frágiles labios. Sentía que me amaba. Llevaba el cabello corto, color castaño; las facciones de su rostro: ojos marrones claro, nariz pequeña -estéticamente atractiva-, pómulos menudos. La lozanía de su piel, desnuda de maquillaje, reflejaba una gran hermosura.

Sus veinte abriles saltaban a la vista detrás de aquel diminuto traje de baño amarillo. Aquellos erguidos senos con los pezones apenas cubiertos irradiaban sensualidad. Cada parte de su cuerpo bien distribuida dentro de su metro sesenta y cinco de estatura: la cintura sin un ápice de grasa, la firmeza de sus glúteos, sus dibujadas piernas despertaban excitación. Parecía esculpida por el mas genial de los escultores.

Henchido de emoción, sonriendo con picardía, me acerqué con paso moroso hacia aquella preciosa anatomía de piel blanca tostada por el verano. Ella, me extendió los brazos. Yo, me puse de hinojo frente a ella. Nos abrazamos. Nos besamos: La humedad de sus labios y los míos formaron un único rió caudaloso de pasión. Mi lengua buscaba con desesperada lujuria sentir la de ella, ambas intimaban; nuestras hormonas bullían descontroladamente. Aquella copulación labial nos aisló del mundo. Con los ojos cerrados viajamos a nuestro propio paraíso. Un ósculo nos convirtió en dioses capaces de controlar el tiempo y el espacio. Creadores de una felicidad desconocida por el mundo.

El ímpetu de aquellos besos llenos de fogosidad nos hizo vulnerables a las ordenes excitantes del deseo, desbordándose en ambos el copioso afluente liquido seminal. Sus ojos marrón claro y los míos habían dejado de ser los de una pareja latina, eran dos líneas horizontales de un rostro oriental; ambos sonreíamos. "Te amo", me dijo. Yo guardé silencio, observabandola fijamente, tratando de perpetuar su rostro juvenil en mi memoria. "Te quiero" la escuché decir, solo la abracé. Dejamos transitar unos minutos, luego nos pusimos de pie, nuevamente nos abrazamos. El diminuto bikini amarillo cubriendo su húmedo sexo se unió a mi húmeda sunga. Abrazándola la besé repetidas veces diciéndole: "nunca te olvidaré".

Juntos caminamos hacia una puerta de madera, color marrón, que daba a un pequeño patio compartido con otras viviendas vecinas. El piso de aquel espacio estaba cubierto con el verdor de un bien cuidado gramado. Frente a nuestra casa, en el patio, al aire libre, se alzaba una reducida habitación hecha de piedras con la apariencia de una gruta, dentro de ella estaba la ducha. Ambos nos bañamos, entre bromas y juegos sensuales sentimos nuestros cuerpos rozarse con apetito mutuo. Al término, ella, sonriendo volvió a la casa. Yo, cubriéndome la cintura con una toalla blanca, me quedé sentado sobre el gramado observando el cielo, despejado de nubes, que parecía arder.

Desde el acantilado, en donde se erigía la casa, se podía divisar la amplitud del océano. A la distancia el sol era una gran esfera naranja haciendo el amor con el mar, penetrándola lentamente. El soplo débil de la brisa marina me tocaba las partes desnudas del cuerpo como pañuelo de seda secándome la piel. El frágil sonido de pequeñas olas, hijas de un mar en calma, rompían el silencio de aquel embriagador escenario.

Por espacio de treinta minutos recree la visión con el piélago que tenia frente a mí, después volví a ingresar a la casa. Ella descansaba desnuda bajo la sábana blanca. Desnudo me acosté junto a ella. Estiré el brazo izquierdo para que en él reposara su cabeza. Ella deslizó entre mis piernas su mano izquierda, cobijando en la calidez de su palma mi órgano viril; así se quedo dormida. Besándola en la frente también me dormí, sin llegar a decirle en ningún momento del sueño: "Te amo".

Aunque no logré interpretar el significado de esta historia puedo afirmar que fue un bello sueño.


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6 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Ya lo creo que fue un bello sueño, y lo mejor de todo ha sido tu magistral manera de contárnoslo. Magnífico texto, de veras. Lo mejor que encuentro en él, que es mucho, es la gran habilidad que tienes para describir una escena sensual y erótica sin que para nada resulte pornográfica. Es muy difícil mantenerse en esa fina línea sin caer en la vulgaridad.
Enhorabuena.
Hasta muy pronto.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Un bello sueño, Javier, y un bello relato amoroso, donde con delicadeza se narra un excitante encuentro.
Bonito. Ay, el amor, el amor... Que no nos falte nunca.
Un abrazo.

Encarni dijo...

Un sueño erótico,sensual y amoroso, cómo no va a ser un bello sueño?. Y si lo recuerdas al despertar, el día te saldrá redondo, seguro.

Un abrazo, soñador.

Liova dijo...

Hola!!!! Lindo sueño!!!! Suerte que tienes de recordar lo que sueñas!!!! Yo... debo de dormir tan profundamente que normalmente no me acuerdo de lo soñado!!! Supongo que en algunas situaciones será mejor así!!!! Me encanta cómo escribes!!!! BESITOS Y SALUDITOS ESPAÑOLES.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por pasarte por el blog.. me ha gustado lo que he ido leyendo del blog... los sueños están ahí, no se si para decirnos algo, para advertirnos o que, pero son siempre importantes, creo yo.

Un beso cielo

deMónicamente dijo...

los sueños, sueños son...pero, nos mantienen despiertos y endulzan la vida!!
buena semana.
kisses